EL CORREO 14/07/14
· Joseba Urrosolo Sistiaga, disidente de ETA, insta a la izquierda abertzale a «asumir su responsabilidad» para avanzar en la convivencia
«En el mundo de la izquierda estamos acostumbrados a decir que fue una barbaridad lo que se hizo con Lasa y Zabala y a pedir explicaciones. Pero somos incapaces de decir que también fue otra barbaridad lo de Miguel Ángel Blanco, que algo así no se tenía que haber hecho nunca».
Son palabras de Joseba Urrosolo Sistiaga. Disidente de ETA y uno de los referentes de la ‘vía Nanclares’, su voz se escuchó por primera vez ayer en la Cadena Ser. El que antaño fuera jefe del ‘comando Madrid’, uno de los más sanguinarios, habló alto y claro sobre su pasado, pero también sobre la necesidad de «hacer un esfuerzo entre todos para recuperar la convivencia». «No creo que sea tan complicado», remarcó.
En pleno permiso penitenciario –está condenado a centenares de años por secuestro y asesinato, que la actualidad cumple en la cárcel de Zaballa–, Urrosolo Sistiaga explicó las «contradicciones» que le llevaron incluso antes de ser detenido en 1997 a desvincularse de ETA. «Te vas cuestionando cosas, ves que ya no estás de acuerdo con lo que se hace, intentas desde dentro de ese mundo que esto termine, reconducirlo…». Al final, «te replanteas qué puedes aportar». Miembro del autodenominado grupo de Presos Comprometidos con el Irreversible Proceso de Paz, fue uno de los que apostó por «hablar con las víctimas, la parte humana de todo esto». Y eso que, según reveló, «en nuestro entorno había reticencias, hasta por parte de quienes estaban en contra de lo que habíamos hecho».
Urrosolo Sistiaga reconoció que durante su militancia en ETA eran «conscientes de que causaban víctimas, pero pensábamos que había que hacerlo». Recordó una experiencia que le ha marcado. Fue el secuestro del empresario Emiliano Revilla, retenido por un grupo de terroristas liderado por él entre el 24 de febrero y el 30 de octubre de 1988. «Había que conseguir dinero y era alguien a quien no conocíamos. Pero ahí te encuentras a la persona, entablas una relación. Me planteé: ‘¿Y si esto sale mal? No voy a ser capaz de hacerlo…’», evocó. Veintitrés años después de aquello, Revilla accedió a reunirse en la cárcel con su captor, que había solicitado verle, como parte de los denominados ‘encuentros restaurativos’.
Terrorismo «marginal»
«Lo primero que hay que hacer es reflexionar sobre la barbaridad que hemos hecho. Cada uno expresará con sus palabras lo que quiera transmitir, ya sea una solicitud de perdón, que suele ser complicada para algunas víctimas, o lo que considere. Pero tiene que haber una forma mínima de decir ‘lo siento, ojalá no lo hubiéramos hecho’», sostuvo.
Su familia ha «entendido» el paso que dio al salir de ETA y acercarse a las víctimas. «Yo me siento responsable de todas, aunque sea de manera indirecta», afirmó. «El problema es que la izquierda abertzale no ha asumido su responsabilidad. No hablo quizás en términos jurídicos, pero sí a nivel social», añadió. Tiene claro que la imagen de un joven gritando ‘Gora ETA’ «es algo marginal y ajeno a la realidad», pero que hay dos cuestiones pendientes que, si no se atienden, generarán un «resquemor»: la necesidad de que las víctimas «recuperen la convivencia en los pueblos» y facilitar que los presos «vuelvan a casa». «El problema no lo tienen en Madrid o en Zamora, sino que lo tenemos aquí (en Euskadi), y hay que hacer un esfuerzo por compartir una base, que es la de que lo que ocurrió fue una barbaridad», apostilló.