Tierra de nadie

IGNACIO CAMACHO, ABC 13/01/13

· Duran i Lleida, el exfuturo ministro de Exteriores de España (o de Cataluña) se ha quedado solo en tierra de nadie.

Al igual que Al Gore se presentaba, en su gira de conferencias ecologistas, con el guiño sarcástico de «el exfuturo presidente de Estados Unidos», Josep Antoni Duran i Lleida será ya siempre el exfuturo ministro de Exteriores de España. Durante la etapa constructivo-fenicia del nacionalismo moderado catalán, en las negociaciones de CiU con los Gobiernos de turno revoloteaba siempre la posibilidad de una coalición ministerial que entregase una cartera al elegante y apreciado portavoz a cambio de un compromiso de estabilidad política. Se la ofrecieron, que se sepa, González y Aznar, y acarició la idea Zapatero; en las primeras ocasiones la vetó Pujol y en la última no llegó a cuajar ningún acuerdo. Cuando la mayoría absoluta de Rajoy disipó su esperanza, Duran cambió de sueño, o lo achicó: su horizonte de futuro pasó a ser el de canciller de una futura Cataluña independiente y plena. El famoso nuevo estado de Europa.

Pero la confusa deriva del conflicto catalán, enredada además en el pringoso marasmo de la corrupción, ha dejado al sucesor de Miquel Roca en la deshabitada soledad de una tierra de nadie. Su presencia en la Diada independentista lo inhabilitó al menos en parte como interlocutor en Madrid y su posterior paso atrás le ha granjeado la desconfianza del soberanismo. Esquerra directamente lo señala como enemigo mientras los talibanes convergentes del pinyol de Mas, su círculo pretoriano, lo apuntan como responsable expiatorio del descalabro electoral de noviembre. Para el PSC es demasiado de derechas y en el PSOE solo Rubalcaba le proporciona cierto amparo moral enviándole sms de consuelo. El episodio del casoPallerols lo ha estigmatizado; tal vez no le quede más que el afecto de Pujol el Viejo, porque el Joven lo tiene hace tiempo en el punto de mira. Y Rajoy, como de costumbre, no sabe y no contesta. O sí sabe, pero no contesta de todos modos.

Valorado no hace mucho como el político con más estima de España, su caída en desgracia obedece a la imposibilidad de mantener la ambigüedad en un momento crítico. El tirón soberanista ha radicalizado las posiciones y Duran se ha quedado trastabillando en un alambre bajo el que ha desaparecido la red de su prestigio centrista. Le quedan trece diputados autonómicos que le otorgan cierta capacidad estratégica en el tablero catalán pero ha perdido su mayor activo intangible, que era el de la confianza.

La paradoja del asunto es que su pequeño partido tal vez sea, como apuntaba aquí Carlos Herrera, el último cojinete amortiguador entre dos bloques en trayectoria de colisión, la última esperanza del Gobierno para mantener un puente de diálogo. El problema es que el mecanismo está averiado y tal vez al PP le debería interesar repararlo. Ya no van a servir las carteras como señuelo, pero sería un fracaso que el exfuturo ministro acabase también como una exfutura esperanza.

IGNACIO CAMACHO, ABC 13/01/13