Ramón Jáuregui-El Correo
- Para evitar sanciones, Maduro estará de acuerdo con las dos urgencias de Trump: energía barata para bajar la inflación y expulsión de inmigrantes
De manera que, sí, el perdedor claro de las elecciones venezolanas se pasará por el arco del triunfo las protestas interiores y exteriores contra su atropello y tomará posesión rodeado de la parafernalia chavista y el boicot de la comunidad internacional, a excepción, claro está, de los países interesados en su apoyo: Rusia, por razones geopolíticas, y China, por la deuda acumulada que tiene pendiente de cobro y que solo puede recuperar por envíos, más o menos clandestinos, de petróleo.
El 23 de diciembre, el presidente electo Edmundo González Urrutia anunció solemnemente que acudiría a su toma de posesión y describió un pormenorizado programa de gobierno en uno de esos desayunos que tienen lugar en lujosos hoteles de la capital de España. A reiteradas preguntas de los periodistas sobre cómo y de qué manera haría posible su entrada en el país, cómo tomaría el poder y cómo podría implementar sus proyectos, la respuesta fue el vacío. Evasivas comprensibles por el obligado secretismo de su viaje y silencios demasiado expresivos de sus ingenuas pretensiones. Salí del desayuno pensando, con enorme tristeza, que todo era pura fantasía.
Su decisión de volver, si lo hace, me parece valiente y honesta, pero el chavismo lo detendrá a su llegada y exhibirá el documento que le obligó a firmar antes de su humillante abandono del país para refugiarse en España. Si entra clandestinamente, su acto de toma de posesión también será clandestino y en consecuencia testimonial. La posibilidad de provocar grandes movilizaciones contra el régimen es muy débil. La gente esta cansada y la represión hace el resto. Las disidencias internas, tanto en el aparato político como, sobre todo, en el ejército son demasiado especulativas y, por tanto, improbables.
La democracia venezolana ya estaba herida de muerte desde hace una década, cuando la oposición arrasó en las elecciones legislativas de 2015, obteniendo dos tercios de la Cámara, pero Maduro eliminó por decreto el Poder Legislativo y lo vacío de competencias y de su función. Hoy, usurpando la presidencia al ganador, concentrando todo el poder en sus manos y persiguiendo y encarcelando a la oposición, se ha convertido en un tirano tramposo. Hay tiranos que lo son después de ganar elecciones. Este las ha perdido y además por goleada.
¿Qué hará la comunidad internacional? Como en otros temas, todo el mundo mira a Washington y espera a conocer la estrategia de Trump, recordando que fue quien ideó la ‘estrategia Guaidó’ y fracasó con ella, a pesar de arrastrar a gran parte del mundo. Ahora, quienes mejor conocen los planes del presidente electo de EE UU especulan con que su Administración buscará dos cosas urgentes en sus primeros cien días: bajar la inflación mediante el precio de la energía más barato del planeta y expulsar a inmigrantes irregulares en aviones con destino a su país de origen. Lo primero reclama que el petróleo venezolano (1 millón de barriles al día aproximadamente) entre en el mercado y para eso necesita permitir a la petrolera americana Chevron seguir importando crudo de Maracaibo. Lo segundo exige que el país de procedencia de los irregulares los acepte.
Maduro estará de acuerdo con ambas cosas y evitará así las sanciones económicas contra su país. El resto de las medidas punitivas, las personales contra los líderes chavistas, como son las sanciones europeas, al régimen le importan poco.
Es un pronóstico especulativo pero me temo que es probable. Lamento no ver alternativas diferentes porque las sanciones a su petróleo arruinan, más todavía, a su pueblo. Desgraciadamente, no es la primera vez que la voluntad popular resulta pisoteada por la realidad. Solo nos queda la esperanza de que algún día, ¡ojalá que pronto!, caiga esa tiranía como han caído otras y la democracia vuelva a restaurarse en ese país tan querido por tantos y tan importante para todos.