- Ximo Puig es cómplice. Las siglas del PSOE, tras el episodio Oltra, no son votables. El partido de la vergüenza. Caerá Andalucía y Valencia. Y en el ‘supermayo’, la debacle del sanchismo
Es imposible. Los desastres de Sánchez han laminado a Espadas, como Tom Cruise hizo con Eyes wite shot de Kubrick. «No envié mis barcos a luchar contra el sanchismo», se desespera el candidato andaluz, con el agua al cuello y el espanto entre las cejas. El último episodio ha llegado desde Valencia. Mónica Oltra, vicepresidenta, socio y sostén del ejecutivo socialista, ha sido imputada por el repugnante episodio de los abusos a una niña tutelada. Su exesposo fue condenado a cinco años de prisión. El tribunal cita ahora a esta líder de Compromís como presunta encubridora de los hechos, así como por prevaricación y abandono de menores. «Es una cacería de la extrema derecha», gritan ella y los suyos. «Pretendía proteger a su pareja y su carrera», responde la fiscalía. Espadas, desde la caravana de los sobresaltos, se muerde los puños y se cisca en Ximo Puig y en la corte infernal de la Moncloa. Oltra seguirá en su cargo, veremos has cuando, y el PSOE perderá Andalucía. Y más tarde, Valencia. Y así sucesivamente.
Tras la pieza andaluza, caerá Valencia y, al tiempo, en el ‘supermayo’, se desplomará Castilla la Mancha, Rioja, Baleares… y ayuntamientos como Valladolid, Toledo, Albacete, Sevilla, Huelva, Coruña y hasta Zamora
De momento, la víctima propiciatoria, el pato bobo de la boda, es Juan Espadas, mellado y triturado. O, como le cantaría Virgilio: «Un soplo de viento adverso, el graznido de una bandada de cuervos, el paso en falso de un caballo, el cruce fortuito de un águila, un mal sueño, una niebla matinal bastan para derribarlo». Y Sánchez, claro, y sus peoncillos, que han sepultado el mayor símbolo de poder territorial socialista de todos los tiempos. Imposible para Espadas, como antes lo fue para Tudanca. Y antes, para Gabilondo. Parafraseando a Lucrecio, las siglas del PSOE «se trastornan, dividen y quiebran por el mismo veneno que las destroza».
Antes del fétido estallido de los Oltra, había comparecido Rodríguez Zapatero en el redondel andaluz para encomiar a dos expresidentes delincuentes, Chaves y Griñán. Muy oportuno, casi tanto como Felipe Sicilia, portavoz del conglomerado sanchista, que arrancó el baile del sur con un inoportuno discursito sobre el putiferio. En casa del ahorcado. Las inconveniencias se han sucedido sin calma en el frente del progreso. Así, la ignota ministra portavoz, Isabel Rodríguez, y radiante su exhibición de que «tenemos mucho dinero para gastar», apoteosis del peronismo kirchnerista, como apuntaba aquí Rubern Arranz. Los errejonistas argentinos regalan neveras, bicicletas, créditos y hasta colecciones de sellos. Aquí prometen a las mujeres rurales una cascada de fondos llegados de Europa, pasta a mansalva porque nos sobra, porque tenemos ‘para asar una vaca’, como copleaba la madre de aquel estrambótico ‘conseguidor’ de la Junta. Yolanda Díaz, madrina de Oltra en su futura plataforma Sumar (la que sepa), la gran esperanza de la izquierda chulísima, arrebatada sin duda por los calores, pidió el voto de ‘los represaliados del franquismo’, si es que alguno queda por ahí. Adriana Lastra, desde el territorio de la bravuconada totalitaria en ella habitual, culminó el rosario de excentricidades con exhortación a tomar el lunes las calles si los andaluces no votan el domingo lo que ella quiere.
El partido más feminista de la historia, el gobierno más igualitario, el que ha hecho bandera de la ‘sororidad’, el ‘solo sí es sí’, el ‘hermana yo sí te creo’, ignora y hasta justifica este episodio vil y lacerante
Es imposible. Con semejante panoplia de profetas, sabiondos y predicadores, a Espadas le resultará inviable rozar siquiera los 33 escaños, donde se sitúa la frontera de la vergüenza. Los mismos, al menos, que obtuvo Susana Díaz, en sus tiempos de pulso al aparato de Ferraz. El PSOE perderá definitivamente Andalucía, su símbolo primigenio de poder territorial. Ocurrirá lo mismo en Valencia, porque ni un voto decente respaldará la reelección de este Ximo que gobierna codo con codo con la protagonista de la brutal infamia de la menor. El partido más feminista de la historia, el Gobierno más igualitario, el que ha hecho bandera de la ‘sororidad’, el del ‘solo sí es sí’, el ‘hermana yo sí te creo’, ignora y hasta justifica esta vileza. «No es abuso, es violación», proclama la ley de Irene Montero y sus chicas de la tarta, avalada por este socialismo hipócrita y reaccionario. La niña de Valencia, por tanto, fue violada y Oltra ahí sigue, en su sillón, acurrucada por Ximo y sus siglas. Sigue siendo la portavoz del Gobierno y la responsable de las menores tuteladas, ¿no es una monstruosidad?. Ni se mueve ni la van a mover, ya lo ha dicho. Vergüenza, vergüenza y vergüenza. Se mire del lado que se mire, en el PSOE siempre hay algo de lo que avergonzarse.
La partida de dominó ya ha empezado. Tras la pieza andaluza caerá la de Valencia y, en el ‘supermayo’, se desplomarán también Castilla la Mancha, Asturias, Rioja , Baleares… y municipios potentes como Valladolid, Toledo, Albacete, Sevilla, Huelva, Coruña y hasta Zamora que es comunista. Le ocurrió a Zapatero en 2011. Meses antes de la mayoría absoluta de Rajoy, el PSOE sucumbió en las regionales y locales de mayo. La historia se repetirá, incluso con más fuerza porque, ahora, la gasolina, la luz, la hipoteca y la cesta de la compra vienen calentitas.
Y a todo esto, ¿qué dice Sánchez? Tan tranquilo. Piensa, con Maquiavelo, que «el vulgo se deja seducir por las apariencias y por el resultado final de las cosas, y en el mundo no hay más que vulgo». O sea, que si vienen otra Oltra y su exmarido, se recurre al comodín de la ultraderecha y al falaz ascenso de los datos de empleo, y a otra cosa. Si no le funciona, que no, Bruselas tiene un puesto para él.