Rebeca Argudo-ABC

  • El documental ‘Operación dana. Objetivo: salvar vidas’ es una pieza propagandística que reescribe lo ocurrido para convencer a incautos

Por algún motivo que no aspiro a comprender, el otro día vi el documental ‘Operación dana. Objetivo: salvar vidas’. Llamarlo documental es un poco atrevido por mi parte. No documenta en absoluto lo que se vivió en el litoral valenciano hace un año. Documenta, más bien, una versión de parte y edulcorada, idealizada casi, de lo que ocurrió. Y como se hace de manera premeditada, consciente y con especial empeño, creo que no les engaño si lo llamo ‘publirreportaje’, pues se trata de un impúdico ejercicio de propaganda gubernamental. Así que, háganme caso y no vean este publirreportaje si no les gusta que les mientan. Ya les cuento yo:

Se trata de una pieza propagandística consistente en reescribir lo ocurrido para convencer a incautos, crédulos, despistados y ‘meninfots’ (a los acólitos los doy por ya convencidos) de que se hizo todo lo posible (y más) por parte del Estado desde el primer minuto en el que ocurrió la tragedia provocada por la riada en l’Horta Sud. Es decir, que los vecinos que nos han contado sus dramas y nos han relatado cómo pasaban las horas y los días sin que llegara nadie a ayudarles, cómo se sentían abandonados, mienten. Nos mienten también los centenares de voluntarios (no hay ni rastro de ellos en el documental) que acudieron desde todos los rincones a ayudar como buenamente podían. Mienten también los policías y bomberos que nos han contado cómo esperaban ser desplazados y, no solo no era así, sino que se les impedía hacerlo. Miente Vicente, el bombero madrileño que me contaba hace un año cómo sus compañeros y él pidieron días libres y compraron material con su dinero para acudir, y miente Laura, que ahora es familia casi porque fue él su ‘ángel de la guarda’. Y Fernando, que con otros vecinos retiró y limpió los coches de su calle, la misma por la que entrarían los reyes, pero dice el documental que de eso nada. Mienten las imágenes que vimos y los testimonios que escuchamos. Mintió el escritor Santiago Posteguillo en el Senado: «Nos acostamos sin luz ni agua, pensando que, lógicamente, al amanecer, estaría la Guardia Civil, estarían los bomberos, el ejército. Pero al amanecer no había nadie. Sí, había el cadáver en mitad de la plaza de una joven china (…). Muerta. Y, al lado, su madre velando el cadáver. Pero no había policía, ni ejército. No vino nadie en todo un día. Los coches estaban volcados, todo lleno de barro, silencio, miedo. Cae la noche, no viene nadie. Hay saqueos (…). Amanece, no viene nadie. No hay nadie».

La pieza audiovisual propagandística termina con la leyenda escrita, sobre fondo negro, siguiente: «De forma inmediata se puso en marcha el mayor despliegue de efectivos de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado y de las Fuerzas Armadas que jamás se haya hecho en España en tiempos de paz. Objetivo principal: salvar vidas».

Todos no pueden decir la verdad. O mienten los ciudadanos que lo vivieron o miente este producto audiovisual. Y yo sé a quién creo.