Santiago González, EL MUNDO, 15/10/11
Hablábamos ayer, y no es metáfora, del extraordinario prestigio de lo internacional. Se entiende que una vez asumido que económicamente hablando somos un protectorado de Alemania, a la fuerza ahorcan, ya es menos costoso aceptar el hecho de que las cuestiones de la soberanía nacional las negociamos con unos terroristas de la tierra, poniendo de mediadores, el fiel de balanza a gentes que poco o nada saben de todo esto, pero tienen un marchamo cosmopolita. La idea del protectorado gozaba de prestigio histórico en el mundo nacionalista. Sabino Arana lo había formulado exactamente así en 1902: «Nuestro triunfo se me ofrece seguro y próximo: la independencia de Euzkadi, bajo la protección de Inglaterra, será un hecho en día no lejano, tal vez se cumpla el presagio de Bizkaitarra en su parte más feliz».
La verificación internacional, una propuesta etarra, ha constituido un avance para sus planes respecto al ‘proceso de paz’ de 2006. Entonces los verificadores eran gentes de la tierra, policías que en un pispás, emitieron en menos de tres meses uno, dos y hasta tres informes de verificación que permitieron afirmar al ministro del Interior que el proceso gozaba de bases sólidas. Esto mientras ETA seguía remitiendo cartas en petición del ‘impuesto’ y se prendía fuego a la ferretería del alcalde de Barañáin; se hacía demostraciones de fuego con armas de guerra en el monte Aritxulegi y se robaban 350 pistolas en la localidad francesa de Vauvert. En cierto aspecto seguimos en el mismo punto de banalidad: si ETA quisiera dejar las armas, la verificación podría hacerla un ordenanza leyendo el periódico.
El lunes vamos a ver la puesta en marcha de una Conferencia Internacional de Mediadores y Comisionistas. Sólo el PP y el solitario parlamentario de UPyD han rehusado participar en el festejo y el hecho ha dado lugar a un asombroso fenómeno de transustanciación: ¿recuerdan ustedes a Eguiguren, ese rarísimo presidente socialista que asiste a acontecimientos políticos a título personal? Bueno, pues ya no, e invita, en su condición de miembro de la organización al PP para que se sume a la movida. «Nadie se va a comer a nadie», dice el hombre en plan tranquilizador. No había necesidad. Entre el repertorio de maldades practicadas a lo largo de su historia por «la referencia obligada» de la izquierda abertzale (Otegi dixit) no se registra ni un solo caso de antropofagia. También es notable la recomendación de Urkullu: «no pueden perderse esa fotografía”. Qué expresión tan acabada de a falta de recato. El retrato de familia de los representantes democráticos en una puesta en escena diseñada hace tiempo por una organización terrorista como oportunidad política. Pero, ¿quién habló de principios? «C’est la photo l’important», comentó el todavía presidente del Gobierno a Mohamed V en un decorado ocasional dispuesto por éste en un pasillo de la ONU y presidido por la bandera marroquí.
Urkullu contradice a Ardanza, que había llegado a una formulación intrínsecamente surrealista, al augurar una disolución de ETA antes del 20-N porque teme a un Gobierno del PP, a cuya política de firmeza, según esta hipótesis, deberíamos la improbable rendición.
Ya está todo preparado. Vamos a coronar el pastel de la indignidad con la guinda del ridículo.
Santiago González, EL MUNDO, 15/10/11