EL CORREO 16/04/15
ALBERTO AYALA
· Pablo Iglesias tira de posibilismo y de oportunismo para intentar relanzar a Podemos tras el frenazo andaluz
El partido socialista ensayó en la Transición y en sus primeros años al frente del Gobierno de España, en los 80, una suerte de bicefalia que le rindió óptimos resultados. Felipe González se convirtió en aquellos años en el rostro amable, el estadista, el ‘poli’ bueno de aquella joven izquierda que pisaba las alfombras del poder tras cuarenta años de dictadura franquista. A su lado, en absoluta sintonía hasta que todo saltó por los aires en los 90, Alfonso Guerra se reservó para sí el otro lado de la moneda. El ‘poli’ malo. El encargado de repartir tirones de orejas cuando alguien se salía del redil o que lanzaba sus baterías contra el partido. Siempre ‘sin acritú’, claro.
Pues bien, podría dar la impresión de que Podemos, tras el frenazo andaluz –un gran resultado, mal vendido–, y cuando casi todas las encuestas coinciden en que el nuevo partido puede haber tocado techo, parece haberse puesto manos a la obra para intentar emular aquella fórmula de éxito. El líder, Pablo Iglesias, se apuntaría a ser algo así como el rostro amable de la revolución, el encargado de conducir a los suyos al cielo del poder, pero educadamente, sin acritud. En tanto que a otros compañeros, como a Juan Carlos Monedero, les tocaría interpretar al o los malos de la película.
El Rey visitó ayer las instituciones europeas. Felipe VI reservó unos minutos de su apretada agenda para saludar y departir con los europarlamentarios españoles.
Como habían anunciado, los representantes de Izquierda Unida e Iniciativa per Cataluña, y los independentistas de Convergencia, Esquerra Republicana y Bildu dieron plantón al Monarca. Podemos, no. Pablo Iglesias y otros dos eurodiputados no sólo estuvieron sino que lograron la foto y el minuto de gloria que pretendían.
¿Posibilismo? ¿Oportunismo? Echen de las dos a la coctelera y acertarán. Los dirigentes de la nueva formación han empezado a comprobar que prepotencia, maximalismo y un programa de momento más lleno de incógnitas que de respuestas a los graves problemas que padecemos no conduce a La Moncloa sino, primero, a la frustración y puede que después a algo peor, a la nada política.
Iglesias, un tanto cabizbajo desde el 22-M, volvió a estar ayer habilidoso al saltarse el protocolo y entregar al Rey una copia de la serie ‘Juego de tronos’ para que «reflexione sobre el momento político español». Pero también lo estuvo la formación cuando envió a Carolina Bescansa a reunirse con una veintena de grandes clientes del Bank of America para tranquilizarles sobre las intenciones de Podemos.
Todo sea por el poder.