Bieito Rubido.El Debate
  • Lo peor de todo cuanto estamos viviendo, más allá de la caída en picado de la eficiencia de los servicios públicos, es la pérdida de calidad democrática

Es una evidencia que estamos ante el peor Gobierno de la historia reciente de España. Desde que hay democracia nunca nos gobernaron peor que ahora. Lo que hace esta situación insostenible es que este Gobierno, dirigido por un hombre que perdió las elecciones, se encuentra en una espiral permanente de gobernar contra la ciudadanía e incluso de cuestionar la integridad territorial de la propia nación. Eso ocurre en contadas ocasiones en la historia y la enseñanza de esos puntuales momentos son ciertamente desesperanzadores.

Acudir esta mañana a la plaza de Colón de Madrid es un mandato moral para cualquier español que se sienta mínimamente concernido con el futuro. ¿Qué España queremos dejar a nuestros descendientes? ¿La que propugna Bildu, Junts o Esquerra? ¿La de la inmigración e islamización masiva? ¿La de la pobreza galopante que está creando el sanchismo? ¿La España de los apagones, la de los trenes que no funcionan, la de los chinches en Barajas? ¿La de las mentiras en política?

Lo peor de todo cuanto estamos viviendo, más allá de la caída en picado de la eficiencia de los servicios públicos, es la pérdida de calidad democrática. Vivimos en un país, donde el que ocupa el poder no ganó las elecciones y con el patrimonio de todos los ciudadanos se paga su mantenimiento en el poder, mientras erosiona la convivencia y la paz. Lo peor de Sánchez es el haber resucitado el guerra-civilismo. Lo peor de Sánchez es que nos ha radicalizado a todos, y eso no tiene perdón. España fue ejemplar en la Transición y en los años posteriores. Hoy se desliza hacia el abismo de una democracia de bajísima calidad.

Todos debemos aspirar a ser unos buenos antepasados. Dejarles a nuestros herederos un país mejor, una sociedad más limpia, un lugar donde convivir en paz, donde se pueda discrepar y en donde los consensos democráticos no se rompan al albur de los intereses personales de un grupo minoritario que defiende sus ilegítimos intereses en contra de la mayoría social, que eso, y no otra cosa, es lo que está ocurriendo ahora con el sanchismo.

Por eso hay que ejercer hoy el legítimo derecho democrático de manifestarnos y de expresar en libertad nuestro desacuerdo para que no nos roben el futuro de España.