Todos populistas

TEODORO LEÓN GROSS – EL MUNDO – 22/04/17

Teodoro León Gross
Teodoro León Gross

· Un fantasma recorre Europa, y, sí, la cosa es bastante más siniestra que el fenómeno Le Pen como pimpampúm para catalizar los demonios del populismo. Sería miope quedarse en ese cebo tentador para practicar aquelarres mediáticos, como sucedió con Trump, por cierto con un éxito fastuoso que aún se puede repetir. Francia es la clave de bóveda del proyecto europeo; y allí el populismo ha desbordado sus cauces previsibles, tanto que mañana, en el corte de la primera vuelta para reducir la carrera presidencial a un solo duelista frente a Calamity Marine, no habrá ningún aspirante no populista. Ese es el quid.

Los cuatro candidatos han llegado en cuádruple empate, desigual, claro, pero nadie se atreve a descartar a ninguno más allá de Hamon, el Snchz del Distrito de Brest. Y los cuatro coquetean con el principio básico del populismo: proponerse como libertadores del sistema secuestrado al pueblo. A partir de ahí, la modulación de la trama del establishment ya va por barrios ideológicos. Fillon, el candidato de la derecha, a quien el big data da triunfador a pesar de que sus escándalos –es la apuesta de Filiteris, cuyo algoritmo anticipó el éxito de Trump– se ha defendido de la corrupción acusando al sistema de ir por él y mimetizando la retórica lepeniana de seguridad y terror yihadista.

Macron, líder en la mayoría de sondeos, ha sido definido como populista de centro en la BBC con su discurso tipo ni derecha ni izquierda proponiendo un redentorismo personalista con el movimiento En Marche! Y por descontado Melenchon, aquí ya bautizado Pablenchon por las similitudes con Podemos, admirador de Castro o Chávez. Todos podrían superar mañana el corte.

No se puede aplicar la lógica el populismo vs el sistema a la campaña francesa. Nadie se atreve a defender el statu quo asumiendo el gran desencanto francés. Macron, es verdad, al menos vende europeísmo, pero incluso él abusa de los tics. Desposeídos del orgullo chauvinista –pero en el fondo persuadidos, como De Gaulle, de que La France ne peut être la France sans la grandeur– y recelosos del dominio alemán, atraviesan su eterna crisis de identidad que les lleva a impugnar todo.

Estos días se han recordado algunos episodios recurrentes que jalonan esa tradición: en 2005 provocaron un caos al rechazar en las urnas la Constitución Europea; en 1992 pusieron el Tratado de la Unión al borde del KO en referéndum; antes se desmarcaron de la estructura militar de la OTAN; y así hasta los cincuenta, bloqueando la defensa de la Comunidad Europea… El caldo de cultivo para las utopías de Melenchon y Le Pen es muy excitable.

La hipótesis de un Melenchon-Le Pen en el ballotage es improbable, pero no imposible; y ese Rumble in the Jungle de los dos grandes pegadores radicalpopulistas es la caricatura de la situación de Francia. Hay una manera brutal de describir esa posibilidad, escribía esta semana Arcadi Espada: «después de 1945, el fascismo y el comunismo vuelven a competir frente a frente en Europa».

En ese caso, ¿todo el electorado se aglutinaría contra Le Pen? Los Republicanos desde luego preferirán a la candidata del Frente Nacional; los centristas se dividirían y muchos socialdemócratas se refugiarían en la abstención melancólica. Lo cual lleva a una paradoja: votar Melenchon es la mejor opción que puede llevar a Le Pen al poder. Pero es ingenuo identificar ahí la línea Maginot. La amenaza no es el Melenchon-Le Pen sino el populismo a machamartillo en todas las hipótesis. Eso delata el nivel de deterioro del sistema, con el liderazgo europeo de Francia ya kaput.

TEODORO LEÓN GROSS – EL MUNDO – 22/04/17