José Antonio Zarzalejos-EL CONFIDENCIAL
Ese concepto tercerista se deduce de la lectura de la gran obra de Madariaga, que ayuda a superar la hemiplejia orteguiana de observar España solo desde la derecha o la izquierda
“¿A santo de qué ha de ser el pueblo español menos capaz de gobernarse que cualquier otro?”,
Salvador de Madariaga.
El pasaje más intenso, más profundo y con mayor significación del alegato de Toni Roldán al anunciar ayer su abandono de Ciudadanos y de la política resultó, sin duda, este: “Yo me creí esa idea de la tercera España (…) los buenos políticos no son los que se pelean sino los que llegan a acuerdos buenos para el país desde posiciones distintas”. Hacía mucho tiempo que un político —y más aún joven— no mencionaba esa ‘tercera España’ como un territorio abandonado y casi inerte que fue hollado con brillantez y sabiduría por uno de los grandes intelectuales del siglo pasado: Salvador de Madariaga (1886-1978).
Sea lo que sea ese concepto tercerista, se deduce de la lectura de la gran obra de Madariaga que ayuda a superar la hemiplejia orteguiana de observar España solo desde la derecha o la izquierda. Sus ‘Memorias (1921-1936)’, sus ensayos ‘De la angustia a la libertad’ y ‘Memorias de un federalista’, sus opiniones, recogidas en un volumen imprescindible titulado ‘Mi respuesta’ o el gran relato histórico de ‘España’ —todas esas obras, editadas por Espasa Calpe en los años setenta y ochenta del pasado siglo—, arrojan una visión de nuestro país en la que este republicano insigne pero liberado de sectarismos nos enseña a militar en las concepciones de integración y ciudadanía.
A muchos les ocurrió como a Toni Roldán, que creían en la ‘tercera España’ de Madariaga. Y el primero que pareció mantener esa fe resultó ser Albert Rivera, según Iñaki Ellakuría, un periodista sobrio que escribió un libro-reportaje titulado ‘Alternativa naranja’ (Editorial Debate. 2015). En la página 16 del texto, el autor escruta a Rivera y lo describe así: “Si hay un político con el que se siente identificado es con el expresidente Adolfo Suárez. Unir las dos España —que no haya rojos ni azules— y rebajar la pulsión nacionalista son sus grandes aspiraciones”. Ese líder de Ciudadanos era coherente con el manifiesto fundacional que inspiró el partido en 2005 redactado por 15 intelectuales, ahora, al parecer, perfectamente ignorados.
El que describe Ellakuría era el Rivera que parecía representar la tercera vía, caminar por la ‘tercera España’ en la que creían Toni Roldán (seguramente también otros muchos en Ciudadanos, como Luis Garicano, Javier Nart o Francisco Igea) y cientos de miles de españoles libres de los prejuicios históricos de sus generaciones o de la de sus padres, dispuestos a ganar el futuro sin pujar ni un minuto más por el pasado. Había esperanza en la iniciativa, entre otras buenas razones porque procedía de la ‘periferia’, de una Cataluña vanguardista en la que había que recuperar valores que el nacionalismo extremo había arrumbado y constreñido.
Ciudadanos era lo más parecido a la ‘tercera España’ desde la época más fértil de Suárez, y de haber seguido su rumbo —ese que reclamó ayer con tanta serenidad como dureza Toni Roldán—, el partido hubiese resultado el gran hallazgo político del siglo XXI: una organización en la que se remansaban gentes procedentes de la socialdemocracia (como el propio Roldán) y del liberalismo, de la España laica y tolerante pero cívica, excluyente solo del autoritarismo y del desorden, del ordeno y mando y del nihilismo.
La marcha de Toni Roldán y de otros compañeros suyos es, desde luego, un testimonio poco habitual de honradez intelectual y coherencia personal
La marcha de Toni Roldán y de otros compañeros suyos es, desde luego, un testimonio poco habitual de honradez intelectual y coherencia personal. Pero es, al mismo tiempo, un fracaso de la organización en la que militaba, atrapada justamente en aquella urdimbre de intereses que impugnó cuando irrumpió en la plaza pública: venían a rescatar el sistema de 1978 del secuestro de un modelo de poder depredador de sus propios valores. Parece ser, por el contrario, que quieren también repartirse el botín. Glosar el discurso de despedida de Toni Roldán no es compatible, creo, con subrayar ahora los errores que ha cometido su partido bajo el liderazgo de Albert Rivera, al que muchos suponían de un material humano y político diferente al que ahora —de manera irreconocible— muestra a la vista de todos.
Toni Roldán, Ciudadanos y la tercera España
La gobernabilidad y la estabilidad del país, el apartamiento de los extremismos de un signo y de otro, la capacidad de integración, el civismo auténticamente liberal, la larga caminata por la ‘tercera España’, no se reduce a dar o regatear el Gobierno a este o a aquel, no cabe en los estrechos límites de la táctica política al uso. Supone entender la convivencia excluyendo el sectarismo, aplicando la racionalidad, dotando al ejercicio público de inteligencia emocional y racional y evitando, en palabras de Toni Roldán, los “costes demasiado altos para España” de estrategias sobrevenidas y miopes.