Un Papa peronista y una monja montonera
La unidad de medida de los tontos viene definida por la relatividad. No hay una cualidad absoluta de tontos, a estos hay que medirlos siempre por las responsabilidades que ejercen. Esa es la razón de que siempre demos preponderancia a los tontos con ministerio sobre los tontos del común y que brillan más los tontos ex cátedra. Uno, que no es creyente desde hace años, ha tenido con los Papas sus más y sus menos. Pío XII era frío y después supimos que había tenido una relación más bi9en inadecuada con el nazismo. Juan XXIII fue un hombre bueno y modernizador. A mí, Pablo VI ni fu ni fa, y no les digo Juan Pablo I, que apenas llegó a durarnos un mes, pero sí me cayó bien Juan Pablo II, el Papa polaco que fue mano de santo para el comunismo.
Me interesó mucho Benedicto XVI, el más intelectual de los pontífices que se han sentado en el solio de Pedro y el que más ha hecho para cohonestar la fe con la ciencia y con la razón. Por eso tuvo tan levantisca a nuestra izquierda y también al Vaticano. Vean el daguerrotipo que le dedicó Vicent, convenientemente apostillado por mí en este blog: https://santiagonzalez.wordpress.com/2013/02/12/cuidado-tambien-con-la-literatura/
En un movimiento pendular extraordinario, la Iglesia eligió para sucederle al Papa Francisco, un montonero que nos ha inaugurado el mes de agosto corrigiendo a Cristo: “el verdadero milagro, no es la multiplicación que produce orgullo y poder, sino la división, el compartir, que aumenta el amor y permite que Dios haga prodigios”. Preferir la división a la multiplicación es una opción que el Papa comparte con el principio inspirador de todas las economías de Plan central, también llamadas comunistas y la izquierda en general.
La primacía absoluta en lo sagrado, es otra. Ya habíamos tenido un presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, que enmendaba la plana al mismísimo San Juan Evangelista, el águila de Patmos: “No es cierto que la verdad os hará libres. Es la libertad lo que os hará más verdaderos”.