Tonto el que no quiera una consulta separatista

LIBERTAD DIGITAL 11/06/13
CRISTINA LOSADA

Bien mirado, lo asombroso no es que haya en Cataluña una amplia mayoría que desea «una consulta sobre la independencia». Lo que sorprende es que aún haya gente que rechace esa irresistible fórmula. Ese combinado de dos términos que emiten buenas ondas, y que oportunamente emplean tanto los promotores del asunto como los sondeos al respecto. Por eso, más interesantes que las mayorías a la búlgara son esos bichos raros que no se dejan seducir por los cantos de sirena, el group thinking y el efecto bandwagon. Esas ovejas negras que por mucho que empuje el rebaño se niegan a tirarse por el precipicio son un caso de persistencia en la sensatez realmente digno de estudio.
Había otra curiosidad en un sondeo que publicó este fin de semana el diario El Periódico. Una incongruencia que alerta sobre cómo influye el modo en que se hace la pregunta en las encuestas, algo que aún tiene mayor trascendencia en los referéndums. Resulta que, en el sondeo aquel, la mayoría partidaria de que Cataluña «se independizase y fuera un nuevo estado de la UE» convivía sin problemas con una mayoría similar favorable a que permaneciera dentro de España en tres variantes (Estado federal, comunidad autónoma y región). ¿Y entonces?
Bueno, la opinión pública no tiene por qué ser coherente y muchas veces no lo es. Pero, ya que estamos, habría que experimentar un poco. Ver, por ejemplo, si hay tantos partidarios de ser «un nuevo Estado de la UE» como de ser un nuevo Estado que hace cola para que le dejen entrar en la UE. O comprobar, de paso, si cuenta con el mismo respaldo un referéndum para separarse de España que la suave y jabonosa «consulta sobre la independencia». Tal es el sesgo implícito en una pregunta que la Comisión Electoral británica ha rechazado que en el referéndum escocés de 2014 se pregunte a los votantes si «están de acuerdo». Por cierto, todo el mundo da por hecho que en Escocia va a ser que no. Malas noticias para los que planearan aprovechar el rebufo.
No se me ocurre discutir que haya en Cataluña un auge del sentimiento separatista. A fin de cuentas, el nacionalismo catalán no nació antes de ayer. Tampoco cabe extrañarse de que incorpore los resultados de los sondeos a su artillería política. Todos lo hacen. Pero cuidado con dejarse impresionar. Sin ir más lejos: unas mayorías abrumadoras manifestaban en Cataluña, hace ocho años, la sólida convicción de que era absolutamente necesario un nuevo estatuto, pero luego, ¡ay!, no lo fue a votar ni el gato. Aquel tremendo apoyo social llegó hasta el día antes de ir a las urnas, sí, pero ni un minuto más.