Luis Ventoso-ABC
- Mientras la gente muere y la economía se hunde, transición verde y género
El 29 de diciembre, Austria, con 8,9 millones de habitantes, inició su tercer confinamiento. Se cerró todo, salvo los servicios esenciales, y se pidió a la población que permaneciese en sus casas excepto lo imprescindible. Este domingo, el joven canciller Sebastian Kurz, de 34 años, se dirigió a la nación para anunciar que el cierre se prolongará hasta el 7 de febrero, porque están preocupados con la evolución de la epidemia. Además comunicó que la distancia social obligatoria pasará de un metro a dos, y en los comercios y el transporte se exigirá la mascarilla más segura, la FFP2.
En todo el mundo existe un debate entre primar la salud o la economía. Casi todos los gobiernos lo resuelven con una mezcolanza de poco éxito. El Ejecutivo austríaco ha llegado a la conclusión de que lo prioritario, y la base para una futura recuperación, es situar la salud por encima de todo. Algunos estudiosos lo discuten. Pero el Gobierno, una vez que ha tomado su línea de acción, actúa en consecuencia. Toma decisiones concretas y claras para lograr objetivos bien definidos. Kurz explicó que ante las nuevas cepas británica y sudafricana no quiere que suceda en Austria lo que en Irlanda y el Reino Unido. Su objetivo es bajar a 50 casos por cien mil habitantes.
Austria se alarma porque su tasa de contagios ha subido a 131 casos por cien mil. En España estamos en 689. Somos además el quinto país del planeta con más muertos por millón (y eso dándose la afrenta de que el Gobierno escamotea unos 30.000 fallecidos). En octubre Sánchez sacó adelante en el Congreso el estado de alarma más largo de nuestra historia, hasta el 9 de mayo. Pero el Gobierno no lo ha utilizado para hacerse cargo de la pandemia, que ha endosado a las comunidades, sino para zafarse del control parlamentario. El ministro de Sanidad es un observador a tiempo parcial, sin decisiones ejecutivas y embarcado en una precampaña electoral. El Gobierno llevó a los tribunales a Madrid (PP) para que endureciese sus medidas. Ahora denuncia a Castilla-León (PP) por la dureza de las suyas. Abulia, descoordinación y hasta una abyecta utilización partidista de la enfermedad.
Mientras los españoles se mueren y su economía se hunde, su presidente anda en otras cosas. Este lunes ofreció un discurso a nuestros embajadores. Con un espléndido bronceado y encantado de haberse conocido, Sánchez les soltó una plomada que me he tomado la molestia de escuchar. Presentó 2021 como el año de «la gran recuperación» y anunció un «cambio de la arquitectura institucional de nuestro país» (peligro). Con las UCI de nuevo alarmantemente sobrecargadas, los sanitarios agotados, los contagios disparados y unas lúgubres previsiones económicas, explicó a los diplomáticos que sus prioridades son «la transición ecológica, la transformación digital, la cohesión social y territorial y la igualdad de género». Topicazos inanes del catecismo «progresista» en pleno dolor. Una vergüenza.