Santiago González-El Mundo
Joaquín Torra Pla es un tipo dado a la literatura. De hecho, él mismo es un trasunto de un personaje de Chesterton absolutamente literario: Gabriel Syme, el hombre que fue Jueves, ese cuarto día de la semana en el que un jefe de la Policía se convierte en el líder de un movimiento anarquista, un jefe de los terroristas. Torra era al mismo tiempo jefe de la Policía catalana y el jefe de los CDR, terroristas supuestos, que no se me olvide el supuestos. En esta esquizofrenia era invitable que se reprodujera el título del capítulo XI de la novela citada y la realidad de toda la semana: Los malhechores, dando caza a la Policía.
Pedro Sánchez intervino en Bruselas, copiándole el estilo a Rajoy, que siempre empezaba sus intervenciones con un speech sobre el estado de la Economía. Sánchez, en plan más simple, empezó con siete minutos de resumen sobre el Brexit, lo de Trump, Gibraltar y materias aledañas para rematar con dos minutos de consideraciones sobre Cataluña. ¿Y qué consideraciones, si puede saberse? Pues algunas exhortaciones pías, del tipo «después de la sentencia, convivencia» y alertas para «no repetir un camino que lleva a la frustración, al fracaso y a la fractura de la sociedad catalana». Sánchez cree que la moderación, suya, la del gobernante, es mano de santo para apaciguar a los violentos, la manita de yogur en los huevos que popularizó el inolvidable Umbral, aun en contra de todas las evidencias. Felipe González rechazó en Palma la sensación de que esto no ha pasado nunca… Y fue a poner el ejemplo de Francia, donde Macron estuvo contra las cuerdas a cuenta de la violencia callejera. No descartó del todo la posibilidad de aplicar el 155, «pero no es el momento». Nunca es el momento y con este bagaje argumental llegó a presidente del Gobierno. Tres matices sobre la analogía impropia de los chalecos amarillos con los borrokalaris de Torra.
No era Macron quien movilizaba a los de los chalecos, los líderes de las revueltas no eran representantes del estado en ningún territorio de la República francesa y last, but not least, Macron no parece un defensor acérrimo de la moderación y la quietud frente a las revueltas callejeras. Él sacó el Ejército a la calle, no sé si esto lo recuerda Felipe. ¿Es o no es el momento para aplicar el artículo 155? Léanlo con calma y recuerden la imagen del presidente de la Comunidad catalana jugando a tapar la calle, que no pase nadie por al AP-7 y sus reiteradas promesas de volver a hacerlo. Siempre en medio, como el jueves. ¿Es o no es hora de destituirlo? Hasta Miquel Iceta parece creer que sí después de haber votado que no. Y los podemitas catalanes.
La huelga no estaba impulsada por lo que ampulosamente se ha llamado siempre los sindicatos de clase, pongamos que hablo de CCOO y UGT, sino de un invento que responde al nombre de Intersindical CSC y cuyo líder es el asesino Carles Sastre, condenado por el asesinato de José Mª Bultó, adosándole un explosivo al pecho. Todo parece indicar que unos meses más tarde asesinó con idéntico know how al matrimonio Viola, pero no se pudo demostrar. Los sindicatos de siempre se limitan a ponerse mirando a Cuenca en Cataluña. Ya me dirán si con toda esta tropa hay algo que pueda salir mal.