Juan Carlos Viloria-El Correo

  • Hay en el horizonte un jaque procesal que Moncloa no puede dejar estallar antes de 2027

Tiempo de torrijas. Los informativos dedican al dulce de Semana Santa, por excelencia, más espacio que a los informes de la UCO sobre las diferentes capas de presuntos casos de corrupción, cohechos, sobornos, pisos y empleos a cargo del presupuesto y prácticas de amiguismo, nepotismo y enchufismo, de vergüenza ecuménica. La democracia moderna, que es, y debe ser, una democracia de opinion, está ahora centrada, sin embargo, en la torrija. Si es mejor con huevo, con vino, con miel, con pan de molde, con pan de hogaza, con brioche; frita en AOVE o en mantequilla, o al horno. Con vainilla, canela o anís. Hasta de horchata las hacen. Es la metáfora de la torrija nacional, en el sentido que muchos sagaces analistas describen la atonía política del electorado. Ensimismada, narcotizada o acobardada, la mayoría, ante un gobierno imposible. Sin Presupuestos Generales del Estado ni apoyos suficientes para, ni siquiera, presentarlos; coaccionado y condicionado por un político refugiado en Waterloo a la espera de una amnistía inviable según el Tribunal Supremo.

Le salvan las cifras rutilantes de una macro-economía que no llega al bolsillo del contribuyente, ni le permite hacerse con una vivienda digna, ni ahorrar para el futuro. Porque son cifras dopadas por una deuda pública monumental, un turismo de aglomeración y cientos de miles de empleos públicos. Pero hay en el horizonte un jaque procesal que Moncloa no puede dejar estallar antes del 2027: el caso Ábalos, Koldo, Begoña y sus ramificaciones. Sánchez no puede arriesgarse a aguantar dos años más porque si los teléfonos encriptados hablan, los testigos susurran y los togados actúan, el batacazo del PSOE puede dejar pequeño al que se pegó ZP con la «no crisis». Así que mientras la gente (como diría Yolanda) se entretiene con las jeremiadas de Revilla y los planes de ocio (vacaciones y tardeo), la maquinaria electoral se pone en marcha. Cuanto más se repite que «vamos a agotar la legislatura», más cerca está el adelanto.

El CIS ya se lo toma en serio y perfila un escenario ideal: VOX se dispara y facilita el mensaje del miedo a la derecha; el PSOE va de líder en las encuestas para buscar el efecto de los que se apuntan al caballo ganador y, para compensar el pinchazo del socio Sumar, aparece por el rincón izquierdo el puño de Podemos. La toma de control de Telefónica puede parecer un asunto menor pero si establecemos una relación directa con su peso mediático, todo se entiende mejor. RTVE se ha puesto a reventar calderas reforzando hasta el esperpento el altavoz mediático sanchista. Un programa recién inaugurado dedicaba 30 segundos a los 300 folios de la UCO y 20 minutos a    recordar a Franco. Y, mientras tanto, la gente, con la torrija nacional.