- Hemos visto que el comunismo y/o wokismo a la colombiana puede consistir en meterle una bala en la cabeza al candidato presidencial que se presenta contra el líder. ¿Pero no es eso mismo lo que intentaron hacerle en campaña a Trump?
George Orwell llamó ‘nacionalismos’ a varias ideologías con rasgos similares: «El nacionalismo es sed de poder mitigada con autoengaño. Todo nacionalista es capaz de incurrir en la deshonestidad más flagrante, pero, al ser consciente de que está al servicio de algo más grande que él mismo, también tiene la certeza inquebrantable de estar en lo cierto». O bien: «Me refiero al hábito de pensar que los seres humanos pueden clasificarse como si fueran insectos». O bien: «Las acciones son tenidas como buenas o malas, no en atención a sus propios méritos, sino de acuerdo a quién las realiza, y prácticamente no hay clase alguna de barba-rie […] cuya calificación moral no cambie cuando es cometida por ‘nuestro’ bando». Su particular acepción lleva al británico a afirmar que «entre los intelectuales, la forma dominante de nacionalismo es el comunismo». Hecha en 1945, esta observación será válida, visto el decurso intelectual occidental, al menos setenta años más. Para la última década, sustituyamos comunismo por wokismo.
Ambas etiquetas caracterizan a Petro, empeñado en mostrarse profundamente preocupado por el cambio climático. Hemos visto que el comunismo y/o wokismo a la colombiana puede consistir en meterle una bala en la cabeza al candidato presidencial que se presenta contra el líder. ¿Pero no es eso mismo lo que intentaron hacerle en campaña a Trump, que se salvó de milagro? La cosa, llámese nacionalismo al modo de Orwell, llámese comunismo o wokismo, es imposibilitar la crítica contra el poder cuando ellos lo ostentan. Si es necesario, un sicario lo dejará claro. Menor de edad, por supuesto, para que el presidente totalitario de Colombia, en vez de pedir perdón por su feroz sectarismo, se ponga entrañable con la infancia, como otro padrecito comunista. Y aquí paz y después gloria. El secretario de Estado de los EE.UU., Marco Rubio, afirmó ayer en la red que el atentado contra Uribe «es el resultado de la violenta retórica izquierdista procedente de los más altos niveles del Gobierno colombiano».
El amplio nacionalismo de Orwell trae paz de cementerio. Al hacer peligrosa la crítica mata la democracia. Mira cómo puedes acabar. Bajo nuestros premiados nacionalismos de secesión late la ETA, cuyos legatarios son los más leales socios de Sánchez. Bildu «ha hecho mucho más por los españoles» que esos que llevan una pulsera con la bandera de España, según el delegado del Gobierno en Madrid. En cuanto al nacionalismo catalán, lo conozco demasiado bien. Si discrepas abiertamente de los catalanets (de la CUP a Illa) perderás clientes. Ojo, clientes que piensan más o menos como tú pero que no conciben que hables claro porque muestras, por contraste, lo cobardes que son. Date por injuriado, date por calumniado en la estomagante prensa regional con ínfulas nacionales. Date por humillado, por objeto de burla descarnada en los tristes programas de humor con los que un grupo de psicópatas se han hecho ricos complaciendo al régimen. La nueva normalidad se llama totalitarismo.