LUIS VENTOSO – ABC – 18/08/16
· Las reformas deberían atender a un acuerdo amplio y meditado.
Así no se hacen las cosas, a salto de mata, al dictado de un partido menor y por las premuras de un Rajoy que en realidad se quedó lejos de la mayoría absoluta, a pesar de su precipitada algarabía en el balcón de Génova, con aquel discurso eufórico e inconexo.
La ley electoral no es una fruslería. Según como sea, favorece las mayorías estables –lo que necesita esta España ingobernable–, o propicia la fragmentación y prima a los pequeños partidos bisagra (lo que busca la formación unipersonal de Rivera). ¿Debería cambiarse una norma tan medular para la arquitectura de un país al capricho de Rivera y con una aquiescencia interesada y acrítica de Rajoy? ¿Sería razonable que desarmásemos una ley que ha servido bien a España desde 1978 solo porque el señor Rajoy carece de carisma para obtener más votos?
España necesita acuerdos amplios y reformas profundas, porque habrá que tomar medidas muy duras para garantizar la viabilidad de la sanidad y las pensiones y para salvaguardar la unidad de la nación. Pero esas decisiones no pueden tomarse en tres charletas entre Albert y Mariano y sin incorporar al primer partido de la oposición (el empecinado e incompetente Sánchez caerá pronto, pero España perdurará y necesitará un marco institucional donde de algún modo se entiendan PP y PSOE).
El problema se agrava con el más espinoso de los Seis Mandamientos de Rivera, aquel que establece que todo cargo imputado debe abandonar de inmediato la política. Una barbaridad jurídica, seguramente anticonstitucional, pues en la práctica lo que hace este Regeneracionismo Torquemada es cepillarse algo tan irrenunciable en una democracia como la presunción de inocencia.
Imponer penas de inhabilitación sin esperar el fallo judicial, tal y como propone Rivera, es propio de regímenes autoritarios y pasmosamente antiliberal. Hay docenas de casos en que políticos imputados –y cruficados por el público– resultaron al final inocentes. Además, haciendo gala de la soberbia sobrada del bisoño, el gran orador barcelonés ha advertido que no aceptará que se toque ni una coma de sus exigencias. El trágala del partido que ha ganado las elecciones habrá de ser completo. ¿Sería correcto que Rajoy, para intentar seguir en la Moncloa, aceptase dos reformas harto discutibles?
Advierte el presidente que ir a unas terceras elecciones sería lo nunca visto desde la Segunda Guerra Mundial. Pero tal vez sea mejor que tunear el excelente marco constitucional del 78 en tres tardes y por apuros particulares. Además, el entreguismo del PP se revelaría estéril ante el enrocamiento de Sánchez en su súper «no». El apoyo de Ciudadanos será irrelevante sin una abstención del PSOE.
Quizá ha llegado la hora de poner sobre la mesa lo que tanta gente susurra: ¿Por qué no intentar desbloquear la situación en unas terceras elecciones… con nuevos candidatos? Rajoy, sereno y responsable, fue un excelente presidente en una situación de emergencia nacional. Pero tal vez hoy estemos en otra etapa, la de construir e ilusionar. En cuanto a Sánchez, asombra que lo soporten tras hundir a su partido y regalar el poder municipal al neocomunismo televisivo.
LUIS VENTOSO – ABC – 18/08/16