Manuel Marín, ABC 21/11/12
Cuando aún golpean en la memoria los aldabonazos de indignidad con los que el ex balonmanista y diputado de Amaiur Mikel Errekondo, al estrenar su escaño en el Congreso, se negó entre balbuceos a condenar a ETA, los 21 diputados de Bildu que ayer sonreían desde sus asientos verdes en la Cámara vasca convirtieron la sesión constitutiva en una reivindicación de la Batasuna más cruel: la del reconocimiento a los dirigentes muertos del brazo político de ETA. Nada extraño después de que Patxi López, en su último legado de permisiva «normalización y convivencia» como lendakari, autorizara la concesión de 135.000 euros de indemnización a las respectivas familias de dos etarras fusilados en septiembre de 1975 como «víctimas de sufrimientos injustos».
El nuevo Parlamento vasco – el más nacionalista e independentista de la historia para desolación del «bloque constitucionalista»– se bautiza así bajo el síndrome de un ejercicio de «memoria histórica» tan selectivo como injusto, en la medida en que no consta que los familiares de los asesinados por aquellos etarras hayan sido indemnizados, como mínimo, en idéntica proporción.
Relegalizado por la vía de los hechos un partido que se niega a condenar el terrorismo, y una vez que el TC presidido por Pascual Sala retorció a favor de obra los argumentos del Supremo para forzar su presencia en las urnas, Eguiguren y su confidente entre vinos y pinchos, «Josu Ternera » , comparten satisfacción. ETA no mata, misión cumplida… Y lo demás son daños colaterales que el tiempo diluirá entre falsos arrepentimientos y bolinagas de soberbia y provocación, mientras Bildu se apoltrona en los plenos parlamentarios por obra y gracia de unas urnas trucadas tras la puerta de servicio de la Ley de Partidos.
Hay quien alega, con la sentencia del TC en la mano, que los 21 escaños de Bildu responden solo a la legítima voluntad popular. Y hay quien lo discute, legítimamente también ¡faltaría más!, en la convicción de que el Estado de Derecho se hizo trampas en el solitario traicionando su propia memoria. Resultado: el independentismo del PNV gobierna; los herederos de Batasuna legislan; y Mar Blanco pierde el escaño que ETA le debe a Miguel Ángel. Y a la democracia.
Manuel Marín, ABC 21/11/12