Editorial-El Correo

  • El Gobierno vasco enmienda la plana a los anteriores responsables sanitarios del PNV al admitir graves carencias en el sistema

Reconocer la existencia de un problema es la condición previa para poder resolverlo. A partir de ahí se trata de acertar en el diagnóstico, diseñar las medidas adecuadas y aplicarlas con la habilitación de los recursos necesarios para ello. El deterioro de la sanidad pública, una de las principales inquietudes de la ciudadanía vasca, resulta incuestionable. En contraste con su antecesor, el Gobierno de Imanol Pradales así lo ha admitido sin tapujos, lo que supone un avance. Más aún: ha convertido en su prioridad la recuperación del prestigio perdido por Osakidetza y del nivel de excelencia que tuvo; un desafío de enorme complejidad y magnitud que requiere ideas innovadoras, tiempo y la colaboración de todos.

Si algún asunto en Euskadi justifica un acuerdo de país es este. La mesa de diálogo entre el Ejecutivo vasco, las fuerzas políticas y agentes sociales que desde ayer trabaja en su búsqueda debe servir para un constructivo intercambio de opiniones y propuestas destinadas a mejorar un sistema de salud que ha pasado de ser un referente en su entorno a ofrecer unos estándares de calidad muy inferiores a los exigibles. De ese foro cabe esperar una aproximación realista al problema y aportaciones sensatas para encauzarlo, no varitas mágicas ni soluciones inmediatas. De momento ha servido para que el lehendakari subraye la necesidad de «transformar» Osakidetza a partir de un demoledor informe en el que el Gobierno expone con crudeza carencias de toda índole, negadas tozudamente hasta ahora, y plantea la urgencia de un «cambio sistémico» para corregirlas. El documento cuestiona la organización interna, propone «reformas estructurales» para derribar «barreras» en la atención asistencial y primar la prevención, y aboga por comprometer en el desafío a los profesionales.

Su contenido equivale a una enmienda a la totalidad al discurso y la gestión de los anteriores responsables sanitarios -también del PNV- y confirma la decisión de Pradales de imprimir un giro rotundo en este ámbito. De su éxito en el empeño depende en buena parte el balance de la recién comenzada legislatura. El malestar social con el funcionamiento de Osakidetza se aplacará con hechos que constaten una mejora asistencial, no solo con palabras. Pero esos progresos son más probables si se aborda de cara el problema que si se niega su existencia con reproches a «críticas injustificadas» como hizo Iñigo Urkullu en su último acto oficial.