- Tanto presumir de izquierdistas y resulta que, ahora, de la mano de una comunista, se aprestan a convertirse en la muleta que, tal vez, necesite el Partido Socialista para gobernar.
El eufemismo o la hipérbole se han impuesto en el lenguaje político de los últimos años. La izquierda a la izquierda del PSOE no significa nada o puede abarcar todo un amplio espectro político. Al igual que ocurre con los territorios, aquellos que históricamente se situaban más cerca del eurocentrismo recibían el nombre de Oriente Próximo; los que estaban más alejados de ese centro pasaron a denominarse Extremo Oriente, y ente ambos, el Oriente Medio, también pasa en la política, de tal manera que aquellas formaciones que se sitúen más cerca del centro socialista serán calificados como izquierda próxima, los que estén más alejados será la extrema izquierda y, entre ambos, la media izquierda.
Si esa izquierda “a la izquierda del PSOE” (?) se sitúa muy próxima a los socialistas, podremos hablar de una izquierda más o menos moderada, pero moderada al fin y al cabo. En cambio, si su ubicación fuera mucho más alejada, podríamos hablar como hacían los clásicos, de extrema izquierda.
Lo que no sé es cómo se va a tomar la izquierda fina de mi pueblo, esa que desprecia a los socialdemócratas del PSOE, el hecho de iniciar un nuevo viaje amparados por esa izquierda a la que se nunca consideró digna de tal calificativo. Tanto presumir de izquierdistas y resulta que, ahora, de la mano de una comunista, se aprestan a convertirse en la muleta que, tal vez, necesite el Partido Socialista para gobernar.
En el fondo, la recién nacida Sumar necesita dividir para poder seguir tocando poder. Esa es una de las razones por las que no quiere sumar a su proyecto a las huestes de Pablo Iglesias. Saben que unas primarias en las que participara Podemos, podía dejar en tierra a más de un intrépido marinero que ahora gozan de camarote en clase preferente. Es ese afán de poder el que les impide llamar a las puertas del PSOE, que sería lo lógico, en quienes afirman que ya no se trata del pueblo contra la casta sino de desarrollar una política institucional eliminando el odio al PSOE al que consideraban traidor a la clase trabajadora. Toda esa épica quedó fuera del discurso del pasado domingo en Magariños. Ahora se busca el inquietante apoyo de los socialistas. Inquietante, porque esa situación no deja de ser una anomalía que devolvería a sus tumbas -si resucitaran- a los militantes socialistas que tuvieron que sufrir las embestidas comunistas en la II República y en la posterior guerra civil.
Y también digo inquietante porque están ocurriendo acontecimientos en la política española que se podrían calificar como paranormales. Y si no, que alguien explique que un partido de extrema derecha utilice a un antiguo comunista para censurar a un presidente del Gobierno socialista o que un partido como el PSOE anime a lo que supuestamente siempre ha competido con él a unirse y hacerse fuerte para que sumando y dividiendo no gobierne la derecha. Derecha del Partido Popular que tiene necesidad de que a su derecha no se hunda el partido que le servirá para evitar el gobierno de la izquierda.
A Sumar no le falta Podemos; le falta el vaso grande, el PSOE, en el que podría entrar el pequeño si de verdad se quisiera sumar
Estamos entrando en un momento en el que un partido socialdemócrata anima a las distintas fracciones comunistas a unirse para que le disputen el liderazgo de la izquierda y de los sectores progresistas de la sociedad, dejando atrás la autonomía política que siempre acompañó a los socialistas desde la transición española. Es de sobra sabido que un vaso grande no entra en uno pequeño; la lógica de las cosas nos conduce a lo contrario. Por eso, a Sumar no le falta Podemos; le falta el vaso grande, el PSOE, en el que podría entrar el pequeño si de verdad se quisiera sumar. No será así tras escuchar a la vicepresidenta segunda del Gobierno afirmar que quiere ser la primera mujer que presida el Gobierno de España; vicepresidenta que lo es por su encuadramiento parlamentario en las filas de Unidas Podemos. Utilizar esa posición para liderar una nueva formación política contra quien la ampara ahora y la propuso antes tienen un nombre en castellano: Transfuguismo