IGNACIO CAMACHO-ABC

El constitucionalismo, con Cs al frente, tiene muchas posibilidades de ganar… y bastante pocas de gobernar

HAY que aprender a volver a fiarse de las encuestas. No tanto de sus proyecciones de voto, y menos de las de escaños, sino de sus retratos de tendencias. Los estudios demoscópicos no son un acertijo si en vez de mirar lo que ciudadanos dicen que van a hacer se fija uno en lo que dicen que piensan. Ahí está el estado de opinión, el que permite establecer ciertas conclusiones genéricas. Cerrado el plazo de publicación de sondeos, he aquí algunas cuestiones previas. 

1. El constitucionalismo, con Cs al frente, tiene muchas posibilidades de ganar… y bastante pocas de gobernar. El árbitro de las mayorías será el partido de Ada Colau, la franquicia de Podemos, que tal vez no sea independentista pero desde luego no es constitucionalista, y sólo admitiría en sus pactos al PSC para arrancarlo «del bloque del 155».

  2. Hay 140.000 nuevos electores, jóvenes que acaban de cumplir 18 años. Vienen directamente del adoctrinamiento intensivo de la escuela nacionalista. La que los ha usado como carne de cañón de las movilizaciones de octubre. La que los ha envuelto en esteladas. La que los ha impregnado de mística secesionista y revolucionaria.

  3. El voto oculto, o indetectable, puede favorecer esta vez al soberanismo. También un poco al PP, que acostumbra a salir mejor parado en las urnas que en los sondeos. Pero muchos catalanes que son conscientes de los destrozos del procés tienen reparos en declarar que, pese a todo, van a votar a los soberanistas por motivos –que no razones– gregarios, de sentimiento de pertenencia. Y porque en su trastorno bipolar rechazan tanto el 155 como la declaración de independencia, negándose a aceptar que el uno fue consecuencia de la otra. 

4. Una participación alta, tres o cuatro puntos superior a la de 2015, favorece en teoría a los constitucionalistas porque corresponderá a ciudadanos que habitualmente se abstienen en las autonómicas por considerarlas cosa ajena a sus intereses. Pero si sube hasta el 80 o el 82 por ciento, beneficiará al nacionalismo con votos rebañados entre partidarios que no se suelen movilizar porque dan por segura la victoria. Y que ahora podrían hacerlo estimulados por el discurso victimista. 

5. La posible repetición electoral actuará como factor de alianzas de última hora. La razón es que, si no hay Gobierno, las elecciones volverían a ser convocadas bajo el statu quo actual, es decir, el 155. Que tiene un rechazo superior al 60 por 100 y puede propiciar acuerdos basados en el repudio común. La política negativa es esencial en estos comicios, donde se va a votar más en contra del bando adversario que a favor del propio.

  Y 6. La sociedad catalana está profundamente dividida. Ésta es la gran obra del proyecto independentista. La diferencia con otras ocasiones es que los catalanes invisibles están dispuestos a dejar de serlo, a constituirse en masa crítica y a hacerse notar de forma decisiva.