Al cumplirse 10 años del asesinato de Gregorio Ordóñez, el periodista Antxon Urrosolo dirigió un documental muy ilustrativo sobre lo que pasaba en Euskadi. Se titulaba ‘El silencio roto’ y recogía imágenes de un debate en ETB-2 tras las elecciones europeas de 1994. Participaban en él tres dirigentes políticos: el socialista Fernando Buesa, el popular Ordóñez y el nacionalista Joseba Egibar. Ordóñez fue asesinado por ETA siete meses después, Buesa, seis años. De los tres solo sobrevivió Joseba Egibar, que se jubiló hace dos meses al cumplir 65 años.
Hace 25 años, el entonces presidente del GBB contó que acusar al PNV de cualquier complicidad directa o indirecta con los atentados de ETA «es un ejercicio que merece el más absoluto de los desprecios y no lo vamos a permitir». Al PNV le ocurría con el terrorismo lo mismo que al legendario párroco respecto al pecado: no eran partidarios. Pero hay una complicidad de lo que no han podido y seguramente no han querido librarse: ETA asesinaba a sus adversarios políticos sin que el PNV haya sabido (o querido) renunciar a esa ventaja tan evidente como espuria.
Gregorio Ordóñez había convertido al PP en el partido donostiarra más votado. En el año de su asesinato, las elecciones en San Sebastián convirtieron al PP y al PSE en los dos partidos con mayor representación, empatados a siete concejales, con casi mil votos más para la lista del PP que encabezó Mayor Oreja. El tercer partido, con cinco concejales, fue Eusko Alkartasuna, que cuatro años antes había sido el partido más votado. El cuarto fue HB, con cuatro concejales y el quinto, el PNV con tres. En las elecciones de 1991, la lista del PP había sido la cuarta más votada con la misma representación, cinco ediles, que la segunda (HB) y la tercera (PSE). Gregorio estaba llamado a ser alcalde de San Sebastián cuando los terroristas pusieron punto final a su carrera política y a su vida aquel 23 de enero en la mesa del Bar La Cepa donde comía con María San Gil, Eugenio Damboriena, Enrique Villar y otros compañeros.
Los resultados del PP en San Sebastián comenzaron a menguar a partir de entonces. Recuerda Ana Iríbar, esa mujer extraordinaria que a Gregorio le tocó en suerte, que Bildu detenta hoy en Euskadi 107 alcaldías, el PNV le sigue con 92, el PSE tiene 10 y el PP solo dos.
El comunicado en el que los terroristas reivindicaban el asesinato de Gregorio explicaba que el PP se encontraba “a la espera de la alternancia para profundizar en la represión democratizada por el PSOE” o lo que es lo mismo sus asesinos entendían que Ordóñez había construido una alternativa de Gobierno. Mikel Zubimendi, entonces militante de Jarrai y posteriormente asesino de dos ertzainas por los que fue condenado, calificó el asesinato como “el hundimiento del buque insignia del fascismo español”. El debate a tres que señalaba al principio no es el único que mantuvo el presidente guipuzcoano del PNV. También en ETB tuvo un mano a mano con el dirigente batasuno Floren Aoiz, al que expuso las razones históricas que apuntalaban la superioridad política y moral de los jeltzales sobre los etarras: “Si ETA y HB existen es porque antes existió el PNV”. Naturalmente, los dos siguen con vida todavía.