El juez Peinado, un héroe de nuestro tiempo

Las cañas se le están empezando a volver lanzas al presidente (ma non troppo) del Gobierno (menos troppo aún). Desde el arranque de la legislatura han pasado nueve meses con un balance legislativo francamente mejorable: sus propios socios han derrotado su propuesta para abolir la prostitución y le han hecho comerse la Ley del Suelo, aunque el talento alternativo de la ministra, capullito de Abenójar y el del portavoz en el Congreso, troncho de Portugalete, han echado la culpa al PP. Sí han aprobado en cambio los pinganillos para el Congreso.

Parece que se empieza a torcer un poco todo. El juez Peinado se ha extrañado por la insistencia del fiscal en husmear el caso Begoña, con voluntad de enterarse de la investigación antes de que dicte la resolución.

Esto le parece al buen juez Peinado que es ‘inhabitual’. No debiera parecérselo mucho. Lo normal es que el comportamiento de la Fiscalía sea inhabitual cuando el fiscal general del Estado es ‘inidóneo’ según el órgano de gobierno de los jueces. No me negarán que el principio de dependencia jerárquica lo cumple este fiscal a rajatabla.

Todo está a juego. ¿La fiscalía de quien depende? Había preguntado Sánchez al periodista de Radio Nacional, que respondió azorado: “del Gobierno” y él replicó satisfecho: “Pues ya está”. Del Gobierno depende también el poder legislativo, como demostró el presidente del Ejecutivo a todo el mundo al ordenar a la presidenta del Congreso que cortara la intervención del jefe de la oposición en la última sesión de control al Gobierno el pasado miércoles, que fue una vez más el control del Gobierno a la oposición.

Para controlar el Poder Judicial, además de la desnaturalización del Ministerio Público tenemos a Conde-Pumpido, siempre dispuesto a rebozarse en el polvo del camino.El órgano de gobierno de los jueces era algo de mucha importancia para  que lo eligieran los jueces en opinión de nuestra izquierda. De ahí que ahora, entre toda la turbamulta sanchista, están apareciendo propuestas bizarras, como suprimir la exigencia de la mayoría cualificada de 3/5 para dejarlo en mayoría absoluta y en mayoría simple en segunda vuelta. No de las dos cámaras, ojo. En la propuesta de Podemos se suprime la elección de 12 vocales por los jueces. La totalidad del Consejo, los 20, se elegirán: 16 por el Congreso y 4 por el Senado. ¿Y ese desequilibrio? Muy sencillo, es que en el Senado gana la derecha. No me negarán que esto ya se va pareciendo mucho a la muerte de Montesquieu que preconizó una mala tarde Alfonso Guerra. Pero siempre nos quedará Felipe. Recordemos que el 14 de febrero de 1997 se quejó al entonces presidente de la Audiencia Nacional, Clemente Auger,: “Pero es que no hay nadie que les diga a los jueces lo que tienen que hacer”. Él, que torció la previsión constitucional mediante la Ley del Poder Judicial en 1985. En su entrevista del jueves con Pablo Motos, estuvo muy crítico con Zapatero y Sánchez, pero sobre todo, muy fiel a sí mismo. Propuso medidas para desbloquear el Consejo: se tienen que poner de acuerdo la presidenta del Congreso y el presidente del Senado, darse un plazo para llegar a un acuerdo y si no, que los elijan por sorteo. Paso a paso se van borrando las cautelas, las garantías y la separación de poderes que son la esencia de la democracia. Estos son más partidarios del tres en uno.