Alberto Ayala-El Correo

Arranca el nuevo año. Y lo hace con la actividad política al ralentí hasta después de Reyes. Pero con preocupantes certezas y mayores interrogantes. La principal certeza y la mayor fuente de incertidumbre se llama Donald Trump. Su retorno a la Casa Blanca será el día 20. Cómo afectará al orden mundial y qué supondrá para la Unión Europea –dividida, semiparalizada y con serios problemas económicos, con una ultraderecha en alza, elecciones en breve en Alemania y Austria, y puede que en Francia– son las interrogantes por despejar.

Aquí, nuestro curso político se inicia con tres nombres propios. El primero es el de Andoni Ortuzar, presidente del EBB del PNV. El político vizcaíno prometió deshojar su personal margarita también para el 20 de enero, fecha en la que arranca el proceso interno para elegir al próximo líder peneuvista y a ocho burukides. Tras forzar la salida de Urkullu de Ajuria Enea, así como las de los presidentes de las ejecutivas de Álava, Bizkaia y Gipuzkoa, la coherencia política pareciera señalar al experiodista la puerta de salida. Es la opción más probable, aunque por edad, capacidad y por su control del partido podría seguir. De ser así, la renovación jeltzale perdería credibilidad y sonaría cosmética. Si hay relevo, la posible llegada al cargo de Aitor Esteban, el excelente portavoz del PNV en Madrid, parece garantizar una línea de continuidad en la política del partido. Y eso supone que Feijóo, mientras necesite a Vox, seguiría sin poder contar con los jeltzales para tumbar a Sánchez.

El segundo nombre propio es el de Carles Puigdemont. El huido expresident y líder de Junts parece que va a seguir dando fuertes dolores de cabeza a Sánchez en el Congreso. ¿Tumbándole los Presupuestos para 2025 o medidas gubernamentales estrella como la reducción de la jornada laboral hasta 37 horas y media, si el ministro Cuerpo y la vicepresidenta Díaz logran conciliar posiciones, lo que aún no ha sucedido? Apuesten al sí.

¿Ir más allá, abrazar a Feijóo-Tellado-Ayuso y a Vox para tumbar al Gobierno de progreso? Es más que improbable. Puigdemont logró la amnistía política, pero aún no tiene el plácet judicial. Un ‘detalle’ a no olvidar y que pareciera desaconsejar órdagos con la derecha y esa ultraderecha que, sorprendentemente para algunos, ha salido fortalecida del drama valenciano, la inutilidad criminal de alguno y los impresentables jueguecitos políticos de otros.

Corolario de lo anterior: Sánchez mantiene la mayoría de los boletos para seguir en Moncloa, si las corruptelas varias que investiga la Justicia no arrojan sorpresas importantes. Semiescondido, sí. Sufriendo –sin Presupuestos y con leyes estrella en el aire–, también. Pero con dinero para mimar a su base electoral aun sin el plácet del Congreso. Y con planes –como el programa de actos que arranca el día 8 para recordar los cincuenta años de la muerte del dictador Franco que abrió la puerta a la recuperación de las libertades democráticas– que, desgraciadamente, tanto incomodan a nuestras derechas.

Hasta aquí lo probable. Pero no olviden que la vida está llena de sorpresas.