Antes, la unidad de medida temporal eran los veinte. “Que veinte años no es nada”, rezaba el tango. “Ara que tinc vingt anys” y “Fa vingt anys que tinc vingt anys”, cantaba Serrat, o sea que diez años aún menos. Y ahora cumplimos una década de tres hechos singulares. SE cumplen diez años justamente hoy del momento en que Pedro Sánchez se convirtió por vez primera en secretario general del PSOE al vencer en las primarias a Madina y Pérez Tapias. Diez años se cumplen también de aquel día de Santiago en el que Jordi Pujol compareció en rueda de prensa para confesar paladinamente su carrera delictiva: llevaba veinte años sin declarar a Hacienda, tres veces más que el hermano músico de Sánchez. Y otro tanto se cumple del día en que el Rey Juan Carlos abdicó y empezó a ejercer su hijo Felipe.
Los tres tenían razones para abdicar o, por decirlo con más precisión, para dimitir, que es la forma morganática de la abdicación, pero solo lo hizo el Rey. También fue don Juan Carlos el único que se confesó arrepentido de sus actos: “Lo siento. Me he equivocado y no volverá a ocurrir”. La abdicación del Rey fue el producto de los dos lances que había tenido un par de años antes en Botsuana con Corina y con una elefanta; debo precisar que los lances con ambas no fueron iguales pero lo de Corina trajo cola y efectos económicos. Hay, además, en el emérito, una circunstancia que habla en su favor. La mayor parte de su obra ha sido muy de agradecer para los españoles. Él fue el primer impulsor de la democracia y también fue un excepcional embajador de España en todo el mundo. En fin, tuvo que llegar Corina para amargarnos la fiesta. No habrá español más indulgente que yo con las debilidades de la carne. Nada habría tenido que decir si el encuentro se hubiera producido a los 40 años del Rey, pero hombre, a los 74 todos vamos teniendo una edad para dominar nuestras más bajas pasiones en favor de intereses más altos. Los tres hechos se produjeron en julio, para que luego digan que en verano nunca pasa nada.
En alguna parte leí que el centro gravitacional de los placeres va ascendiendo con la edad por nuestro organismo, desde la infancia, que radica en nuestros pies, a la juventud, en que se nos afianza en la zona genital para subir en la madurez hasta el sentido del gusto y el aparato digestivo. Por último, en la vejez, los médicos nos ponen a régimen y solo nos queda el placer intelectual, la memoria y la lectura, hasta que llega el alzheimer y también nos jubila de eso.
Otra diferencia entre los tres del aniversario es que Don Juan Carlos está sorprendente e injustificadamente exiliado en un país del Golfo Pérsico, mientras los otros dos ni se arrepienten, ni dimiten, ni se van.
Escribe Lucía Méndez un minucioso y descriptivo análisis de los diez años de Sánchez. Solo discrepo en un detalle: dice que el 1-O de 2016, en que el Comité Federal lo descabalgó de la Secretaría “estará siempre entre las páginas más dramáticas de la historia del PSOE”. No es cierto. Los momentos más negros se produjeron en 2017, cuando recuperó el mando y el 1 de junio de 2018 con la moción de ce sura. No solo para la historia del PSOE, sino para la de España entera”.