Manuel Martín, ABC, 3/10/12
Nos ha dado por las visiones retrospectivas, quizás por el susto que genera vislumbrar el futuro, algo tan anacrónico como la independencia de Cataluña
EN Elextranjero, la más interesante de las novelas de Albert Camus, la nota dominante del protagonista reside en su patológica incapacidad de expresar sus sentimientos. Es, en lo que recuerdo de su ya lejana lectura, un anticipo de Mariano Rajoy, el hombre que no se inmuta, vengan los vientos de levante o de poniente, para que los demás no dejemos de vivir la incertidumbre de lo que nos pasa y de su difícil remedio. Ayer, la Conferencia de Presidentes Autonómicos constituyó una representación de las confusiones que nos alimentan políticamente y nos adelgazan en lo económico. Parece que, convencidos de que el Senado es una Cámara inútil, innecesaria en nuestro ordenamiento, no se quiera desaprovechar tan solemne escenario en la Plaza de la Marina Española y se representa una Conferencia como podría hacerse con Lavida
essueño, del siempre vivo Pedro Calderón de la Barca. Nos ha dado por el teatro y las visiones retrospectivas, quizás por el susto que genera vislumbrar el futuro y, con un siglo de retraso honramos a los héroes de Annual, algo tan anacrónico como la independencia de Cataluña que, a falta de un discurso político cabal y contemporáneo, utiliza emocionalmente Artur Mas de quien alguien ha dicho, y lamento no recordar quién, que tiene cara de anuncio de loción para después del afeitado y, a decir verdad, es igualito que el modelo del anuncio de Floïd en los periódicos de los años treinta.
La situación española, además de difícil, se carga de incertidumbres que justifican muchas de las manifestaciones callejeras y protestonas con las que tratan de expresarse algunos ciudadanos afectados por los recortes. Los ciudadanos necesitan certezas y en eso el Gobierno no está fino, la oposición confunde con sus divisiones internas y la agresión de la prensa internacional le pone una guinda amarga a una tarta tan poco apetecible. Sería exigible que alguien, Rajoy a ser posible, nos explique a todos cuál es la situación real de la economía nacional y, sobre todo, qué proyectos tiene en la cabeza para enfrentarse a los problemas y tratar de resolverlos. Las notas oficiales que nos trasladan los fríos datos porcentuales de la Deuda, el paro, el déficit y demás mandangas son insuficientes para serenar el ánimo y encauzar la esperanza. Las mayorías parlamentarias no pueden, ni deben, convertirse en una máscara de hierro que, además de respaldar las decisiones del líder, nos hurtan la expresión de sus inquietudes y propósitos. Hay que ampliar el horizonte, no reducirlo, y como decía el antes citado Camus, que hoy me ha invadido la memoria, «algún día habrá de caer la estúpida frontera que separa nuestros dos territorios (Francia e Italia) que, con España, forman una nación». Ya está bien de refugiarse en la aldea y en la tribu.
Manuel Martín, ABC, 3/10/12