Triunfo de la democracia

El Correo
ANTONIO ELORZA

Tendrá que pasar algún tiempo para que surta efecto la oferta popular de una ‘autonomía preferente’ de Cataluña, el puerto de refugio para Mas si las otras opciones se diluyen

CiU no ha perdido las elecciones catalanas; las ha perdido Artur Mas. El independentismo no ha perdido las elecciones catalanas; ha perdido la pretensión de Artur Mas, consistente en transformar la autonomía en un régimen personal donde sus decisiones impusieran en todo momento, no solo la consecución del objetivo por él fijado, sino cada uno de los movimientos a realizar para alcanzarlo. Su legitimidad procedía de la gran manifestación de la Diada, donde a su juicio Cataluña se había expresado inequívocamente por una independencia, cuyo liderazgo carismático le correspondía ejercer. Por eso no solicitaba el voto, como hubiera sido lógico, para CiU dentro del marco de fuerzas políticas que a su lado compartían la secuencia de ‘derecho a decidir’ y salto inmediato a Estado propio en la Unión Europea, sino que llegó a solicitar los votos procedentes de otros ángulos políticos a efectos de reforzar su condición de líder único. Por eso mismo nunca dedicó una sola palabra a la mitad, o al cuarenta o al sesenta por ciento de catalanes, que rechazaban o tenían serias dudas sobre las ventajas de la separación.
:: JOSE IBARROLA

Al modo de Gil Robles en las elecciones de febrero del 36, lo que le importaba era alcanzar la mayoría absoluta, ‘los trescientos’ a que aspiró entonces el líder de la CEDA, para exhibirlos a continuación con un irrefutable «estos son mis poderes». Y luego, a cualquier precio, cualquiera que fuese la posición del Gobierno, de la minoría parlamentaria en Barcelona, o el riesgo de saltarse la Constitución, guiar al Pueblo Catalán hasta culminar su tarea soteriológica de liberador de Catalunya. Después de lo cual, una vez Catalunya independiente, él se retiraría, para demostrar a todos que su acción heroica no respondía a deseo alguno de poder o gloria personales, tal vez a un refugio de cualquiera de las montañas sagradas del Principado.

El resultado ha producido una general sorpresa, pero tiene tanto más valor cuanto que no supone quiebra alguna para el independentismo como opción democrática. Si aceptamos que CiU ha pasado ya por completo el Rubicón, el Parlament que ahora va a abrirse tiene reforzado el componente soberanista, y de modo especial por los veintiún diputados de Esquerra, hasta ahora reducida a fuerza marginal. El frente independentista está ahí, y atendiendo a las cifras, en condiciones de afrontar el rechazo ya expresado del Tribunal Constitucional a la consulta/referéndum. No es de excluir que Mas, poco dispuesto a asumir errores y menos la humillación del retroceso tras el papel asumido en estos meses, siga adelante, tal vez hasta el pulso por la consulta, con la esperanza puesta en que el enfrentamiento con Madrid relance el entusiasmo de unas bases que después del domingo pueden y deben estar desmoralizadas. Cuentan también con el apoyo de Iniciativa a la doctrina de aquel gran demócrata que fue Vladimiro Lenin, y es duda qué hará el PSC, comprometido por su propia campaña a apoyar el ‘derecho a decidir’. Por último, queda la incógnita del barro lanzado desde el pseudo-informe policial sobre CiU, o Mas, o Pujol, o los tres, pues si se confirma como jugada sucia, su responsabilidad puede y debe recaer sobre el PP, a fin de cuentas responsable de la acción de gobierno y en consecuencia de la policía.

El futuro dista, pues, de estar despejado, pero como el mismo Mas hubo de admitir en su comparecencia del Hotel Majestic, ya no va a poder gobernar en solitario con la tranquilidad de la anterior legislatura, gracias a la colaboración del PP. Y tampoco está el clima para que funcionen bien las alianzas variables. Con ERC puede ir hacia la consulta, pero para aprobar el Presupuesto, dado que su aliado natural aquí, el PP, no está para repetir su papel de asistente por la incompatibilidad con la autodeterminación, ni ERC ni PSC ni Ciutadans van a prestarle en principio apoyo alguno. Tendrá que pasar algún tiempo para que surta efecto la oferta popular de una ‘autonomía preferente’ de Cataluña, el puerto de refugio para Mas si las otras opciones se diluyen. Lo sucedido prueba que en una consulta de autodeterminación, si es que la misma se alcanza, ante el no de Europa, solo cabe augurar una nueva derrota.

En cualquier caso, y aun olvidando la Constitución, tal como están las cosas, y cualquiera que fuese el resultado, a la vista de la polarización registrada en estos dos meses, el referéndum lleva a la fractura en la sociedad y al predominio de posturas más propias de una hinchada de fútbol que de la opinión democrática. De nuevo aquí es muy alta la responsabilidad de Mas, y del círculo de medios de comunicación afines: en momento alguno aceptaron la perspectiva de un debate ilustrado hacia el interior y toda crítica externa –no incluimos aquí el estallido de anticatalanismo– fue satanizada como españolista.

Tampoco es para que los constitucionalistas canten victoria, a pesar del buen balance electoral del PP y Ciutadans, y de la derrota contenida del PSC (¿constitucionalista?). Tienen además por delante una importante tarea: echar las cuentas para no avalar sin más lo que muchos van a reclamar, tapando con un privilegio fiscal del todo injusto el clamor catalán sobre ‘el expolio’. De nuevo, y más que nunca, hace falta en este terreno una reforma, asentada sobre análisis estrictamente cuantitativos, de la financiación de las comunidades autónomas en general, y Catalunya en particular. Sería el gran tema a debate y una buena solución tendría mayor importancia que plantear un federalismo, necesario sí, pero que carece por ahora de perfiles concretos. Y ni CiU ni ERC son federalistas.

Todo sigue siendo frágil, si bien al menos el escenario postelectoral es pluralista, rasgo habitual en la política catalana hasta el 11-S, y no depende del decisionismo de un líder dispuesto a ejercer una misión redentora que nadie le había atribuido.