Tonia Etxarri, EL CORREO, 18/10/12
Cerca ya del final de la campaña electoral, la ausencia de debate sobre la llamada pacificación y la libertad en el País Vasco ha llamado la atención de los observadores. Cierto. La crisis económica y las comparaciones con otras referencias independentistas han mantenido ocupados a los candidatos la mayor parte de su tiempo. Porque los estragos del terrorismo durante los últimos 40 años, así como la complicidad con la banda de muchos de los que se presentan hoy bajo el manto de EH Bildu, han pasado a un segundo plano.
Pero en política nada ocurre por casualidad. Y en campaña electoral, mucho menos. Y si el cese de la violencia apenas ha salido a relucir y los escenarios que arroparon el anuncio de la banda, como la Declaración de Aiete, parecen amortizados, no es debido a la necesidad de los ciudadanos de pasar página cuanto antes sin hacerse más preguntas. No. Es debido a la táctica del olvido, perfectamente diseñada por la izquierda abertzale para que los votantes no tengan en cuenta su trayectoria de justificación de los crímenes más vergonzantes. Esa trayectoria que, un día en pleno fragor de la campaña, el lehendakari Ardanza trajo a colación para recordar que muchos de los que hoy se parapetan tras las siglas de EH Bildu pedían a gritos «ETA mátalos» hasta anteayer.
Tanto Patxi López como Antonio Basagoiti, líderes de los partidos que más directamente han sufrido las consecuencias de los ‘años de plomo’, han desempolvado los archivos de esa memoria en algunas ocasiones. Como UPyD. Sobre todo para que la gente no acabe creyendo que ha sido el entorno de ETA y sus compañeros de viaje quienes han traído la paz a Euskadi. Pero, en general, todos han centrado sus mensajes en la crisis y en los peligros que acarrearía romper la caja única de la Seguridad Social como paso previo a un Estado desenganchado de España. Por ejemplo.
Sólo cuando la prensa ha preguntado a la candidata Laura Mintegi por qué no condenaba la trayectoria criminal de ETA, ésta contestaba que no se exigía lo mismo a los promotores de los GAL. Respuesta encuadrada en la más pura ortodoxia de la izquierda abertzale que denota una falta de ética moral y política por parte de quienes necesitan compararse con otro ejemplo de violencia para justificar que ellos nunca renegarán de los horrores de la banda. La consigna del argumentario de la vieja Batasuna. Ni Rufi Etxeberria lo habría respondido mejor.
Quienes van a ser la segunda fuerza del próximo Parlamento vasco, según las encuestas, han escondido a sus presos durante quince días para parecer independentistas tan respetables como los escoceses. Tan sólo se ha escuchado la voz del recluso ‘vip’ Arnaldo Otegi para desvelar su sueño de que Euskadi se parezca a la república bolivariana de Chávez, como dos gotas de agua.
Toda una declaración de progreso y modernidad. EH Bildu ha hablado poco de ETA para evitar tener que justificar su silente complicidad. A ver si, con algo de suerte y unas gotas de olvido, la gente les ve como unos demócratas más. Si en anteriores campañas los partidos democráticos se lamentaban de haber hecho publicidad a Batasuna, quizás en esta ocasión se lamenten de no haber sido todo lo exigentes que sus electorados esperaban.
Tonia Etxarri, EL CORREO, 18/10/12