ABC – 29/01/17
· François Hollande y Angela Merkel condicionan el levantamiento de las sanciones a Moscú al cumplimiento de los acuerdos de Minsk sobre Ucrania.
· Donald Trump cuidó la escenografía del contacto diplomático más importante y esperado desde que llegó a la Casa Blanca: la llamada telefónica con su homólogo ruso, Vladimir Putin.
El presidente se fotografió agarrado al teléfono, con gesto serio, en su escritorio del Despacho Oval, sitiado por pilas de documentos. De fondo, un retrato de su antecesor Andrew Jackson, presidente de EE.UU. entre 1829 y 1837, con el que se ha comparado a Trump por su mensaje populista. A su alrededor, su equipo más cercano: el vicepresidente, Mike Pence; el estratega jefe, Stephen Bannon; el jefe de Gabinete, Reince Priebus; el asesor en seguridad, Michael Flynn; y su portavoz, Sean Spicer.
La llamada abre un nuevo periodo de colaboración entre Washington y Moscú, después de las fuertes tensiones con el Gobierno de Obama y de las injerencias de Rusia en las elecciones presidenciales de EE.UU. Trump ha mantenido desde el comienzo de su campaña que su intención es tener una relación positiva con Rusia y ha mostrado sintonía con Putin, para escándalo de muchos. Antes de la llamada, el senador y ex candidato presidencial republicano John McCain exigió que no se levantaran las sanciones contra Rusia y Putin, al que calificó de «criminal y matón».
Según deslizó el Kremlin, ambos líderes hablaron por teléfono de su «disposición para trabajar de manera conjunta y activa en la estabilización y el desarrollo de la cooperación entre Rusia y EE.UU.» El objetivo es la colaboración en la lucha contra el terrorismo, la inestabilidad en Oriente Medio, el conflicto árabe-israelí, la no proliferación de armas nucleares, Corea del Norte y el programa nuclear de Irán. Trump y Putin también hablaron, según Moscú, de los aspectos fundamentales de «la crisis en Ucrania», donde también cooperarán, lo que mantiene la puerta abierta a un posible levantamiento de las sanciones de Estados Unidos a Rusia. Sin embargo, Donald Trump topó con la oposición del presidente francés, François Hollande, y de la canciller Angela Merkel, con quienes también habló por teléfono. Hollande y Merkel condicionan el levantamiento de las sanciones a Moscú al cumplimiento de los acuerdos de Minsk sobre Ucrania. Al tiempo que le expresaron su rechazo al proteccionismo económico y al veto a la entrada de refugiados e inmigrantes musulmanes.
Acuerdo con Irán
El presidente francés asimismo señaló al jefe de la Casa Blanca que hay que mantenerse «vigilantes» ante Irán, pero que hay que respetar el acuerdo nuclear y la distensión con Teherán que Trump también ha cuestionado.
El acercamiento al Kremlin contrasta así con el aumento de la tensión entre EE.UU. y sus grandes socios tradicionales en Europa, como Francia y Alemania. El contacto telefónico con Putin duró 50 minutos y mantuvo un tono «positivo», en el que acordaron mantener «contactos personales regulares» y trabajar para acordar la fecha y lugar de un encuentro en persona. Pero la conversación con Merkel y Hollande tuvo un aire muy distinto.
Hollande se mostró especialmente combativo desde el momento en que, poco antes de su conversación con el presidente norteamericano, pidió a los socios europeos hacer frente al populismo de la Casa Blanca ante el peligro de que este se extienda a Europa. Desde Lisboa, donde asistía a una cumbre de los países del Sur de la UE, Hollande aseguró que Trump fomenta «el populismo e incluso el extremismo». Defendió que hay que «responder» de forma «firme» a la Casa Blanca cuando aplaude el Brexit como modelo para otros países –el viernes dijo que era algo «maravilloso»– o cuando cuestiona la necesidad del acuerdo contra el cambio climático.
Hollande se había reunido el viernes en Berlín con Merkel, el mismo día en el que Trump firmaba una orden ejecutiva para impedir la entrada de refugiados en EE.UU. y de viajeros de siete países de mayoría musulmana. Ambos coincidieron en los «desafíos» que Trump supone en la defensa de «sociedades libres» y del «libre comercio».
En la primera imagen que la Casa Blanca difundió de la llamada de Trump a Merkel, solo aparecen en escena Priebus y Flynn, en una señal clara de por dónde caminan las prioridades de la nueva administración. La relación entre ambos no ha sido fluida hasta el momento. Durante la campaña, Trump criticó la política de acogida de refugiados de Alemania, que calificó de «error catastrófico». Merkel, no obstante, ha sido cauta con Trump, con quien dijo estar dispuesta a cooperar «de cerca» si garantiza los «valores comunes» de Alemania y EE.UU. como «la democracia, la libertad y el respeto por la ley y por la dignidad humana, sin distinción de color de piel, religión, género, orientación sexual o pensamiento político».
Invitación de Berlín
Asimismo, Merkel aprovechó su conversación de ayer para invitar a Trump a acudir el próximo mes de julio a la cumbre del G-20 que se celebrará en la ciudad germana de Hamburgo. El presidente norteamericano aceptó encantado la invitación.
Ahí no acabó la actividad diplomática del presidente: a primera hora de la mañana habló con el primer ministro de Japón, Shinzo Abe. Según dejó saber la Casa Blanca, Trump le constató «el compromiso inquebrantable de EE.UU. en mantener la seguridad de Japón» y repasaron detalles sobre la próxima visita del secretario de Defensa, James Mattis, a Asia, con parada en Japón. La tensión en la región del Pacífico se ha disparado con el expansionismo chino en el Mar de la China Meridional y en las islas Senkaku, cuya soberanía disputa a Japón.
Durante la campaña, Trump se esforzó en aliviar esas tensiones: dijo que EE.UU. gasta demasiado dinero en la protección militar de Japón e incluso llegó a sugerir que el Gobierno nipón desarrolle su propio programa de armas nucleares.
La Casa Blanca también afirmó que Trump y Abe se consultarán y cooperarán sobre «la amenaza que supone Corea del Norte» y que reforzarán «el comercio bilateral». El presidente de EE.UU. acaba de decretar la salida del Tratado de Libre Comercio Transpacífico, en el que su país y Japón son las principales economías. Con Malcolm Turnbull, presidente de otro país firmante, Australia, también habló por teléfono a última hora del día.
ABC – 29/01/17