Editorial-El Correo

  • La UE solo puede seguir a Kiev en su negativa a aceptar las cesiones para ‘la paz’ que le exige EE UU y de las que únicamente se beneficia 

El encuentro previsto ayer en Londres entre los titulares de Exteriores de Estados Unidos, Reino Unido, Alemania, Francia y Ucrania acabó desconvocado después de que el jefe de la diplomacia de Donald Trump, Marco Rubio, comunicara su inasistencia, incapaz de defender ante países aliados que su presidente acceda a todas las pretensiones de Vladímir Putin sin garantía alguna de seguridad para la víctima de su expansionismo. Kiev no se aviene a los términos al parecer acordados entre Washington y Moscú para alcanzar un alto el fuego duradero sobre la nación invadida: el reconocimiento de Crimea como parte de Rusia; la aceptación del estatus en que se encuentran los territorios ucranianos ocupados por el autócrata ruso después de la agresión masiva de febrero de 2022; y el veto estadounidense a la aspiración de Kiev de ingresar en la OTAN. Y todo ello de manera previa al establecimiento de un acuerdo de paz y sin garantía futura alguna para el país atacado. EE UU sigue sin exigir la retirada de sus tropas al agresor. Y tampoco reparaciones para los ucranianos.

Rubio y el vicepresidente J. D. Vance difundieron la advertencia de Trump sobre una retirada de Washington de las conversaciones si no se logra inmediatamente ‘la paz’. Pero resulta imposible que Ucrania acepte tales condiciones cuando, además de constituir una capitulación impuesta por EE UU, representarían la consagración de estímulos para futuras aspiraciones del Kremlin sobre cualquiera de los países comunitarios próximos a la frontera rusa. De ahí que las instituciones europeas solo puedan sumarse a la negativa de Kiev, obligadas además por la exigencia del Tratado de la UE de apoyar el Derecho Internacional en su política exterior. Aunque la autocracia de Putin y el unilateralismo de Trump continúen exhibiendo sintonía a costa de los ucranianos. En realidad, el estallido de ira contra Zelenski es una expresión de hasta qué punto los intereses de Moscú están presentes en la visión que la Casa Blanca tiene de un mundo que no se rinde a sus pies. Empezando por la propia Rusia.

La cita frustrada de Londres, que dio lugar a reuniones informales durante la jornada entre asesores de las distintas delegaciones, no permite extraer más conclusiones que la constatación de que la paz para Ucrania no puede construirse sobre la victoria que aspira a obtener Moscú. Y que es precisamente eso lo que dilata su logro.