HERMANN TERTSCH – ABC – 13/05/16
· Será demonizado por sus enemigos, por supuesto.
En esta Europa convulsa, un sistema democrático y un proyecto de unidad europea vigentes ya mucho más de medio siglo han entrado en una fase catatónica y nadie sabe cómo se van a renovar ni si van a sobrevivir. En esta España confundida y estafada, la debilidad y el egoísmo de unos y la ignorancia, los adoctrinamientos y el fanatismo de otros amenazan con destruir la Nación y lo que queda del Estado de Derecho y dejar sus restos en manos de diversas tribus totalitarias.
En Estados Unidos ocurren mientras tanto cosas extraordinarias que revelan lo infinitamente mejor que funcionan las instituciones y la propia sociedad en aquel sistema ideado por europeos que huían de Europa. El candidato Donald Trump, esa pesadilla de todo biempensante, va camino de convertirse en un formidable adversario del candidato demócrata en la carrera para la presidencia de los EE.UU. Ya nadie se ríe cuando se habla de la posibilidad de que gane a una Hillary Clinton que es derrotada en primarias una y otra vez por un Bernie Sanders que era un izquierdista marginal.
Clinton, amenazada además por unos procesos judiciales que podrían dejarla paralizada en plena campaña. Ya nadie niega que Trump es un fenómeno histórico. Sus enemigos ven con horror el peligro de un demente en la Casa Blanca. Sus partidarios sueñan con que emule a Ronald Reagan, despreciado, insultado y calumniado hasta cotas inconcebibles y después uno de los más grandes presidentes de la historia de EE.UU.
Trump tuvo ayer su primer gran encuentro con la cúpula del Partido Republicano en Washington. Hace dos meses habría sido impensable. Demasiado vitriolo habían intercambiado el magnate rubio y unos jefes republicanos que no sabían cómo hundirle y expulsarle de la carrera para la nominación. Las muchas barbaridades de Trump habían tenido sonada y masiva respuesta en las malas artes de sus adversarios. Todo valía contra el millonario «sexista», «racista», «chovinista», «loco», «fascista» y «nazi».
Pero es rotundo el fracaso del frente del «Trump nunca jamás». Él ha ganado la guerra de todos contra él. Los jefes del partido ya reconocen que tienen un candidato inevitable al que no pueden destruir sin destruir al partido y a sí mismos. Y ya llaman a hacer de necesidad virtud y aprovechar el inmenso potencial luchador y de radical movilización que la brutal franqueza de Trump cosecha. Muchos empiezan a creer que puede encauzarse para ganar unas elecciones que todos creían perdidas hace seis meses.
Algunos que, como el jefe en la Casa de Representantes, Paul Ryan, fueron furiosamente hostiles a Trump hicieron una valoración muy positiva del encuentro. Eso todavía no es un apoyo explícito, pero se va acercando. John McCain pide movilizarse por Trump para ganar a Clinton. Dan Quayle dice que «Trump es un ganador» y puede ganar las elecciones.
John Boehner anuncia su apoyo a Trump. Pese a la masiva hostilidad de los medios de comunicación, gana terreno la idea de que Trump es lo suficientemente flexible y poco obstinado para ser un candidato presidenciable. Él comienza a desactivar algunas de sus peores soflamas, como su pretensión de cerrar la frontera a todos los musulmanes. No se duda de su respeto a la Constitución y a la separación de poderes. Trump será demonizado por sus enemigos, por supuesto. Pero la democracia americana está plenamente capacitada para extraer de él lo mejor y desde luego evitar lo peor. Evitar lo peor se ha logrado hasta con Barack Obama.
Ojalá se pudiera decir lo mismo en Europa y en esta España donde los partidos concurren unos para romper España en taifas, otros para imponer un régimen totalitario y otros para asegurarse.
HERMANN TERTSCH – ABC – 13/05/16