ABC – 19/11/16
· Nombra a un general que derrotó a Al Qaida para combatir a los yihadistas de Daes.
· El presidente electo mueve ficha. Donald Trump parece haber tomado el control de la situación, tras unos primeros días caóticos en los que la improvisación y las disputas internas paralizaban el proceso de transición.
Ayer, el magnate dio un paso adelante con tres nombramientos, que afectan a la política de seguridad dentro de las fronteras de EE.UU., al homeland, que con tanto esmero preserva cada Administración, al margen de su color político. Trump enseñó sus cartas en forma de giro a la estrategia para combatir el yihadismo y prevenir los atentados de Daesh en tierra propia.
El laureado general Michael Flynn, experto en inteligencia y en la lucha contra la yihad, se convertirá en el asesor de Seguridad Nacional del presidente, el sucesor de Susan Rice. La confianza de Trump en Flynn es total. Fue uno de los nombres que barajó como candidato a la vicepresidencia, aunque finalmente se decantó por Mike Pence, alternativa defendida por el establishment republicano.
Técnicas de tortura
El que fuera director de la Agencia de Inteligencia de la Defensa (2012-2014) pasa por ser uno de los mayores expertos en el combate al terrorismo islamista. Con experiencia en las guerras de Irak y Afganistán, siempre en el terreno de la inteligencia, fue uno de los altos mandos militares que «ayudó a construir la red para derrotar a Al Qaida», según palabras de la periodista experta en contraterrorismo Kimberly Dozier.
Claro que la brillante trayectoria de Flynn en la lucha contra la yihad tuvo el contrapunto de su implicación en el sistema de interrogatorios con técnicas de tortura. Motivo por el que Obama le destituyó de su responsabilidad en inteligencia en las guerras en Oriente Medio. Flynn cree que el islam es «una ideología política» más que una religión. Y sus discrepancias en la lucha contra el terrorismo con los generales que han rodeado al presidente saliente se han extendido estos años a un rotundo rechazo al cierre de Guantánamo.
El endurecimiento de la política de seguridad tendrá su continuidad en la figura del director de la CIA, cargo para el que Trump ha propuesto a Mike Pompeo. Un congresista perteneciente al movimiento radical conservador Tea Party, que se ha caracterizado estos años por una actitud combativa en la oposición a la Administración Obama. Pese a lo cual, su designación fue bien acogida ayer en distintos sectores, al ser considerado un profesional competente y sólido.
Desde su asiento en la Cámara de Representantes, se convirtió en uno de los látigos de Hillary Clinton durante la comisión de investigación sobre el ataque yihadista a la sede diplomática de EE.UU. en Bengasi (Libia), en el que murieron cuatro funcionarios, entre ellos el embajador, Christopher Stevens. También destacó Pompeo por su contundencia en la oposición al pacto de la Administración Obama con Irán, consistente en un levantamiento de las sanciones internacionales a cambio de su renuncia a construir la bomba nuclear. Así se expresó entonces en su cuenta de Twitter: «En cuanto podamos, echaremos atrás ese desastroso acuerdo con Irán, uno de los financiadores mundiales del terrorismo».
El más polémico
Posiblemente, el tercero de los nombramientos haya sido el más polémico. Jeff Sessions ha recibido el encargo de Trump de ocupar la Fiscalía General del Estado. El veterano senador, hombre de absoluta confianza y uno de los pocos congresistas que apoyó al candidato republicano en todo momento, lleva sobre sus espaldas la acusación de racista y de ser partidario de una política dura contra la inmigración. Procedente de Alabama, uno de los estados que más tarde acataron plenamente la Ley de Derechos Civiles, Sessions ha protagonizado uno de los únicos casos en cincuenta años en que una designación de juez es rechazada por el Senado. Fue la Comisión Judicial, previo informe realizado al efecto, la que revocó en 1986 el nombramiento del presidente Reagan, que habría llevado a Sessions a ejercer la judicatura en el distrito sur de Alabama.
Entre las declaraciones que jugaron en su contra, fue una en la que aseguró que estuvo de acuerdo con la organización racista Ku Klux Klan «hasta que empezaron a fumar marihuana». Posteriormente, se excusó alegando que era una broma.
ABC – 19/11/16