- La sanción anunciada a India por comprar petróleo ruso se mezcla con la guerra arancelaria del presidente y lleva escaso alivio a Ucrania
Editorial-El Correo
La brevedad del comunicado de Donald Trump para dar cuenta de la reunión de ‘su’ enviado Steve Witkoff con Vladímir Putin anima a matizar el supuesto éxito del encuentro. Y mientras ambas partes proclaman mutua satisfacción, la Casa Blanca recoge en un decreto la contrariedad por el hecho de que existen países que compran el petróleo barato y abundante de Rusia, circunstancia que parece que Washington acaba de descubrir. A la espera de supuestas sanciones secundarias que se conocerán mañana contra este grupo de Estados que alimentan la maquinaria de guerra del Kremlin en Ucrania, India abre el castigo al recibir un arancel del 25% después de tres años de aprovechar el conflicto para mejorar la seguridad energética de sus 1.400 millones de habitantes. El presidente duplica el gravamen que ya decidió para Delhi en su guerra comercial, sin que parezca claro hasta qué punto ayuda esta mezcla de objetivos económicos y políticos del republicano a las urgencias de los ucranianos.
Antes de que la tarifa adicional impuesta a India se haga efectiva, si es el caso, pasarán 21 días en los que el país podrá seguir aprovisionándose de hidrocarburos, al igual que el gran importador de este suministro, China. Al menos durante otras tres semanas, Putin seguirá matando a civiles, como ha ocurrido después de todos los ultimátum que Trump le ha regalado en lo que lleva de segundo mandato. Es posible que crea conveniente aparentar dureza una vez convencido de que el autócrata ruso se sirve de cada episodio para ganar tiempo y continuar con la devastación del país vecino. Incluso que simule movilizar submarinos nucleares. Pero en realidad su impaciencia por «terminar» con la destrucción de Ucrania exige decisiones que incluso ya le reclaman sus votantes.
Rusia sufre las últimas semanas por los ataques de larga distancia de drones contra fábricas de armamento, instalaciones petroleras y aeropuertos. Putin trata de seducir a Trump con una pausa en el aire, pero moviliza efectivos terrestres a marchas forzadas para continuar la guerra. EE UU renuncia a unirse a Europa para frenar de verdad la ‘flota fantasma’ del Kremlin. Y sigue siendo impensable disponer de los activos rusos congelados, mientras se da prisa en incorporar a su ejército los avances tecnológicos ucranianos y en vender 1.000 millones en armas para Kiev que paga Europa.