Inocencio Arias-El Debate
  • La Europa democrática y solidaria se encuentra en un brete. Teme que Trump deje caer a Zelenski

¿Puede decidirse en el siglo XXI el futuro de un voluminoso país a sus espaldas? El encuentro de Trump con Putin en Alaska parece indicar que es posible. Los dos presidentes esbozan en la tarde de hoy día 15 el futuro de Ucrania sin la menor presencia de sus dirigentes.

Muchos demócratas occidentales piden que esto no sea un nuevo Yalta, una reunión en que el alicaído Roosevelt y el británico Churchill se repartieron parte del mundo con Stalin con bochornosas concesiones al ruso. Los regalos a Putin en esta ocasión serían aun mas graves; entonces Rusia había ganado, con un coste elevado, con ellos la guerra contra el nazismo. Ahora, es Moscú quien ha iniciado sin fundamento una imperialista contienda que ha arrasado a Ucrania y causado centenares de miles de muertos.

La elección de Alaska para el encuentro obedece en buena medida a las limitaciones jurídicas de Putin. El Tribunal penal internacional quiere detenerlo para que responda a las fundadas acusaciones de crímenes de guerra, raptos de 18.000 niños ucranianos para reeducarlos, bombardeo de objetivos civiles, sistemáticas torturas de prisioneros ucranianos, abundantes violaciones de mujeres por los soldados rusos…, y por ese motivo Putin no puede acudir a ninguno de los mas de cien países que han ratificado la competencia del TribunalWashington no lo ha hecho. Por otro lado, Alaska le hace tilín a los rusos. La vendieron a Estados Unidos hace siglo y medio, el zar estaba agobiado después de la guerra con Inglaterra y Francia, por una cifra que parece insignificante e intermitentemente el Presidente del parlamento ruso y otros políticos la reivindican sin parpadear.

¿Tiene buena cara la cumbre? Regular. Los ucranianos de todos los niveles son muy escépticos. Saben que Putin, después de su pifia militar inicial, ha renunciado a absorber Ucrania como buscaba pero no a despedazarla y a neutralizarla políticamente. Nada de entrar en la OTAN y nada de tener una política exterior verdaderamente soberana. Tiene tiempo con su guerra de desgaste contra un país con menos recursos y menos ejército. Trump, de su lado, tiene prisa, no solo por razones humanitarias, sino por su imagen. Envalentonado su ego porque Rusia le dió una ayudita en su primera campaña electoral esparciendo en las redes noticias contrarias a su rival Hillary Clinton, aseguró que acabaría con el conflicto de Ucrania en un día y han transcurrido desde entonces unos doscientos sin avances. Putin lo ha adulado, el americano siente una intermitente fascinación por el ruso agresor y menosprecia al agredido Zelenski, y luego le ha tomado el pelo de lo que Trump empieza a ser consciente. Por eso, este ha reanudado los envíos de armas a Ucrania y en los últimos días amenazado con mas sanciones a Rusia.

El peligro para Ucrania es que Trump, que se pavonea en su papel de estadista y de mediador en pos del premio Nobel de la paz con el que sueña, acepte cualquier acuerdo que le salve la cara ante su clientela pero que sea humillante para la nación invadida. Algo que pondría a la dividida Europa en un brete. Alemania, Gran Bretaña, Francia, Polonia…los países que cuentan en este momento han dado a entender que la cesión de una quinta parte del territorio ucraniano es algo difícil de tragar, ¿Quién aceptaría eso en sus carnes?, digo yo, y con más énfasis que Ucrania necesita garantías para su seguridad futura. Exigencia comprensible dado que Putin no ha respetado el acuerdo que firmó hace años garantizando la integridad de Ucrania a pesar de que esta entregó a cambio su armamento nuclear lo que la dejó vulnerable, desvalida como se ha visto.

La Europa democrática y solidaria se encuentra en un brete. Teme que Trump deje caer a Zelenski si no acepta condiciones leoninas de Putin y sabe que, por el costo y su división interna, no esta capacitada para proporcionar a Ucrania esas garantías por tiempo indefinido. No sólo es que hay gorrones como España que predican pero no dan trigo sino que frenar a Rusia sin la ayuda del coloso americano resulta problemático. Para Europa sería conveniente que la cumbre del 15 sea un éxito, óptimo para la paz, o un chasco que irritara a Trump y le llevara adoptar medidas económicas que hagan pupa a Rusia. Un arreglo cosmético sería un aliciente para la voracidad de Putin, nefasto para Kiev e inquietante para Europa.

Los países europeos han tenido que aceptar ser, si no comparsas, actores secundarios que esperan que el apuntador les de el aviso para entrar en escena. España se ha quedado en comparsa. Al cónclave aliado en el que estaban incluso Italia, Polonia y Finlandia no se nos invitó por mucho que nuestro gobierno mendigara y Moncloa nos quiera vender el muñeco. Nos lo hemos ganado a pulso con con el cocktail del 2 % de la OTANHuawei, la espantada de los F35 que deja en pelotas a nuestra Marina y otras delicadeces del sanchismo. Menos mal que seguimos trabajando prioritariamente para que el catalán sea admitido en la Unión Europea. Si lo conseguimos será el mayor éxito diplomático que vieron los siglos. Lo demás es silencio, irrelevante.