Editorial-El Correo
- La amenaza de ‘cobrarse’ en aranceles el rechazo de Sánchez a dedicar el 5% del PIB a la OTAN mezcla su guerra comercial con la seguridad
Según su breve declaración final, la cumbre de la OTAN celebrada en La Haya alcanzó un «acuerdo histórico» para que los países miembros destinen un 5% de su PIB a defensa en el plazo de diez años. Para gran parte de los socios, el compromiso supone duplicar lo dedicado ahora a este capítulo y se sella a instancias de Donald Trump. A esta exigencia del inquilino de la Casa Blanca se consagró una cita reducida, que «no tendría este resultado si Trump no hubiese sido reelegido», halagó el entregado secretario general de la Alianza Atlántica, Mark Rutte. Después de concluida la reunión, la confusión comenzó a imponerse sobre el aparente entendimiento.
El Gobierno español había anunciado en las jornadas previas su negativa a asumir el 5% del PIB, en favor del cumplimiento de los objetivos marcados por la OTAN que, según Pedro Sánchez, pueden alcanzarse con el 2,1%. Se desconoce si este porcentaje corresponde al presente ejercicio y se repetiría cada año hasta 2035, o podría ir aumentando en función de las necesidades y la disponibilidad presupuestaria. Aunque la incomodidad de Rutte con la exigencia de flexibilidad por parte de Madrid era evidente, trató de suavizar la discrepancia al asegurar que se había «acordado un desacuerdo».
La amenaza del presidente de Estados Unidos de ‘cobrarse’ en aranceles una decisión que considera «terrible» por parte de España mezcla de manera irresponsable dos ámbitos, el del comercio y el de la defensa. Y viene a dar la razón al presidente francés, Emmanuel Macron, que ayer se refirió a la guerra de tarifas desatada por el republicano como «barrera» para impulsar un mayor gasto militar. Trump despliega contra Sánchez su catálogo de matonismo comercial, al clamar que le hará «pagar el doble» y añadir que él mismo asumirá una «negociación» que, como es su costumbre, solo puede ganar. Resulta difícil de entender que EE UU quiera obtener para sí, a través de aranceles redoblados, unos ingresos que España estaría escatimando al conjunto de la OTAN.
Si no lo hace antes, el presidente del Gobierno debe aclarar en su comparecencia del próximo día 9 en el Congreso el alcance real de su compromiso con la seguridad transatlántica. Una obligación que hará bien en desvincular del mantenimiento del gasto social. Aunque le resulte incómodo en un momento de presupuestos prorrogados y debilidad política por la presunta corrupción de ex altos cargos de su partido.