La candidata demócrata Kamala Harris no pudo decirlo en voz muy alta, porque ningún candidato presidencial gana una elección diciendo que las cosas van bien.
Pero el hecho es que la economía estadounidense va viento en popa. Ciertamente mucho mejor de lo que la pintaba el candidato republicano Donald Trump.
No se fíen de mi palabra. Vean lo que están diciendo las principales instituciones financieras y la mayoría de los economistas, incluyendo muchos conservadores a los que no se puede tildar de «comunistas», como le gusta etiquetar Trump a sus críticos.
Vean los temores que están expresando medios conservadores sobre el impacto negativo de la victoria de Trump sobre los consumidores estadounidenses y las economías de América Latina si el presidente reelecto lleva adelante sus planes económicos.
Según un nuevo informe del Fondo Monetario Internacional, publicado el 22 de octubre, la economía estadounidense sigue siendo el motor del crecimiento mundial y crecerá más de lo previsto en 2024 y 2025. El FMI ha aumentado sus anteriores proyecciones de crecimiento para Estados Unidos al 2,8% este año, citando un consumo más fuerte de lo esperado y un aumento de los salarios ajustados a la inflación.
Será el segundo año consecutivo en el que Estados Unidos tiene la tasa de crecimiento económico más alta entre los países desarrollados, según el FMI.
La influyente revista británica The Economist acaba de publicar un amplio informe cuyo título dice: La economía estadounidense, la envidia del mundo.
Otros datos. La bolsa de valores de Wall Street está en un máximo histórico, y los precios de la gasolina en Estados Unidos han caído drásticamente en los últimos meses.
No es casualidad que en las últimas semanas de campaña Trump se centrara mucho más en su discurso contra los inmigrantes ilegales que en el estado de la economía.
El expresidente ha seguido repitiendo su falsa afirmación de que la economía está hecha un «desastre», pero los últimos datos económicos han hecho que sus descripciones apocalípticas suenen cada vez más descabelladas.
Sonaban ciertas en 2021 y 2022, cuando la inflación era mucho más alta. Pero el repunte económico estadounidense desde entonces las ha hecho sonar obsoletas.
Es más, los economistas internacionales advierten de que si Trump cumple sus promesas de aumentar drásticamente los aranceles a las importaciones, llevar a cabo deportaciones masivas e intervenir en las decisiones de la Reserva Federal sobre las tasas de interés, la inflación resultante frenaría el crecimiento económico de Estados Unidos y el mundo.
«Las tres principales propuestas económicas de Trump son altamente inflacionarias y producirían una contracción económica en Estados Unidos en 2026», me dijo Marcelo Giugale, exdirector del Departamento de Asesoría Financiera y Servicios Bancarios del Banco Mundial. «Tanto América Latina como el resto del mundo estarían mejor con Harris».
Alejandro Werner, exdirector del Departamento del Hemisferio Occidental del Fondo Monetario Internacional, está de acuerdo. Werner me dijo que las deportaciones masivas de Trump aumentarían la escasez de mano de obra existente en la industria de la construcción, la agricultura y otras industrias, y aumentarían los costes laborales en Estados Unidos.
Esos costes serían trasladados a los consumidores, lo que aumentaría la inflación y desaceleraría el crecimiento económico de Estados Unidos. Eso sería una mala noticia para México y otros países que dependen en gran medida de sus exportaciones al mercado estadounidense, me señaló.
Es cierto que muchos estadounidenses tienen malos recuerdos de los primeros dos años del gobierno de Biden, cuando la inflación pospandemia los perjudicó.
No parece que haya habido suficientes votantes que se hayan dado cuenta de la recuperación económica de Estados Unidos, y de que su poder adquisitivo ya ha superado a la inflación. Por el contrario, sus malos recuerdos sobre la economía, amplificados por Trump, han prevalecido en el momento de emitir sus votos.
A pesar de ello, podemos decir con certeza es que existe un consenso generalizado entre los economistas de que la economía estadounidense se ha recuperado con fuerza, y está creciendo más que ninguna otra entre los países ricos, aunque Trump siga repitiendo cifras viejas.