Cristian Campos-El Español
  • Zapatero pide «un marco de relaciones» de España con Rusia y que Turquía, patrocinadora de las actuales matanzas en Siria, entre en la UE.

José Luis Rodríguez Zapatero dijo ayer lunes en una entrevista en La 1 que la cesión de las competencias de inmigración al gobierno autonómico catalán es «muy positiva».

Hasta aquí, todo en orden. La cesión la ha negociado él con el delincuente fugado Carles Puigdemont y raro habría sido que el ideólogo de la cosa repudiara su propia criatura.

También cree Zapatero que las críticas al acuerdo son fake porque no sé qué disposición de la ley de extranjería dice no sé qué banalidad sobre el conocimiento del idioma jamás aplicada por ningún organismo público en este país.

Si el conocimiento del español fuera exigible a quienes viven en España, en este país se quedarían solos los académicos de la RAE.

¿Pero cómo va a ser el conocimiento del idioma un requisito para la integración de los inmigrantes si el español no lo hablan bien ni los universitarios catalanes?

Dice Zapatero: «Claro que el idioma es un elemento que se tiene en cuenta, fundamentalmente para el arraigo, para que una persona esté integrada, como su respeto a los valores constitucionales«.

Por lo visto, las autoridades le sexarán ahora el conocimiento del catalán a esos inmigrantes que, todos lo hemos visto, llegan con un nivel de español a Canarias que ni el Manual de Estilo de EFE.

Hasta acentúan el sólo, los tíos. En Nigeria son muy de la escuela solotildista.

Con los acentos abiertos del catalán ya tienen más problemas en Nigeria, y por eso serán Zaragoza, Valencia y Murcia los que apechuguen con los inmigrantes que rechacen las autoridades catalanas.

Del respeto a los valores constitucionales ni hablamos, claro. Si por algo destacan los inmigrantes que llegan a España es por su apego a los valores de la Transición, que llevan tatuados en el pecho como las espinas del Sagrado Corazón de Jesús. Los tíos te firman el pack completo: la igualdad de hombres y mujeres, la aconfesionalidad del Estado, el respeto al derecho de propiedad y el artículo 35 de la Constitución.

Pero reconozcamos que tendría su gracia que les exigiéramos ahora a los inmigrantes devoción por los valores constitucionales, pero sólo en la comunidad que más ha hecho para triturarlos. Golpe de Estado incluido en 2017 a cargo, precisamente, del partido de ese tal Puigdemont.

El mismo con el que ha negociado Zapatero la cesión de inmigración.

Pero más gracioso aún es que el que se ponga ahora a exigir apego a los valores constitucionales (pero sólo en Cataluña) sea Zapatero, el principal responsable de la liquidación del pacto de la Transición, y alfa y omega de Pedro Sánchez.

Me encantan los cínicos. El problema, claro, es cuando llegan a presidente.

Luego dice Zapatero que aquellos que vemos racismo en la ultraderecha catalana somos «racistas».

¡Cómo se nos ocurrirá a nosotros dudar de la legendaria capacidad integradora de la sociedad catalana! La misma que se alzó contra la democracia por el empeño de su servicio doméstico en hablar en español.

¿Racista, la burguesía catalana? ¿La del «adopte un niño extremeño»? Por favor, no digamos tonterías.

Zapatero dijo también en La 1 que eso de enviar tropas a Ucrania hay que pensárselo mejor.

Que él nunca ha sido muy de la OTAN (paren rotativas).

Que con Putin hay que buscar vías de entendimiento (vuelvan a pararlas).

Y que mira cómo dejó Occidente a las mujeres en Afganistán.

Occidente, no los talibán. Occidente.

Vamos, lo mismo que dice Donald Trump. Exactamente lo mismo. Gemelos uniputilinos.

También pide Zapatero que Turquía, la patrocinadora de las actuales matanzas en Siria (los crímenes de Bashar al-Asad los patrocinaba Irán y los crímenes de Ahmed al-Sharaa los patrocina Erdogán), entre en la UE. Nunca se sabe cuándo puedes necesitar en Bruselas una autocracia islamista genocida.

Finalmente, ha dicho Zapatero que «tras los atentados de las Torres Gemelas se saltó a lo que fue toda la crisis de Libia o Siria ¿y cómo está toda esa zona con las intervenciones militares y con las guerras que unos u otros han apoyado? Devastada». 

Fino análisis geopolítico. No leía uno tan afilado desde el último de Miguel Ángel Revilla en La Sexta

A Putin, en fin, le das a escoger entre cuarenta Vox y un Zapatero y no lo duda ni por un segundo. Por lo de la OTAN y lo de Ucrania, pero también por lo de la inmigración.

A fin de cuentas, ambas «ideas» tienen el mismo objetivo: acelerar la transición, a estas alturas ya inevitable, desde la democracia liberal a la autocracia estatalista, que es la de las castas que han okupado el Estado en beneficio propio.

Que habría sido de esas castas sin Zapatero. ¡Igual hasta habrían tenido que ponerse a trabajar!