EDITORIAL ABC – 22/08/15
· El adelanto electoral en Grecia es un varapalo a las expectativas de Podemos porque la evidencia demuestra que el populismo solo conduce a la frustración.
La gestión política de Alexis Tsipras en Grecia ha demostrado ser un fracaso sin paliativos. Apenas ha superado el medio año de gobierno cuando ha tenido que dimitir para convocar elecciones anticipadas tras ver cómo embarrancaba su intento de someter a la UE y a la Eurozona, y negociar bajo sus únicas condiciones el rescate de la economía griega. Tsipras se ha visto obligado a ceder y a alterar el rumbo de su hoja de ruta empujado por la realidad y la incomprensión de buena parte de su propio partido, una de cuyas facciones ha decidido romper y presentarse por libre a los comicios. El referéndum que Tsipras improvisó para negociar desde una posición de fuerza su continuidad en el euro le supuso de facto una derrota política interna, un descrédito internacional, una grave fractura dentro de Syriza y, sobre todo, una nula credibilidad como inspirador de la renovación de las democracias a manos de un populismo de extrema izquierda. El de Tsipras es el relato de un hundimiento que ha abocado a Grecia a perder meses cruciales para su recuperación y que ha provocado una profunda división social.
Tsipras es víctima ahora de su propio corralito político porque ha sido un fraude para el pueblo griego y un fracaso como modelo a imitar por otros movimientos populistas. Es el caso de Podemos en España, que desde un principio presumió de ser el «partido hermano» de Syriza. Ahora, tanto Tsipras como Pablo Iglesias ya conocen el largo trecho que separa la utopía oportunista de la exigente realidad del mundo globalizado, la dureza de los mercados y la fortaleza de las democracias realistas que huyen de los modos autoritarios inherentes al populismo. Populismo es sinónimo de retroactividad y no de pureza ideológica frente a la «casta». Syriza tiene un problema que ha larvado durante meses de presiones inconscientes y demagógicas, y los españoles tendrán otro si, visto el atolladero al que Tsipras ha conducido a los griegos, otorgan a Podemos la capacidad de condicionar el Gobierno de España, tal como ha vaticinado Mariano Rajoy para denunciar la estrategia oculta del PSOE. No obstante, el adelanto electoral en Grecia rebaja las expectativas de Podemos porque no podrá enarbolar como ejemplo a imitar los errores cometidos en el país heleno.
El giro ideológico de Podemos hacia una socialdemocracia pragmática es una farsa para ocultar su auténtica vocación antisistema. Así lo están demostrando ya sus listas en algunos de los ayuntamientos más relevantes de España. Ahora, las dosis de cinismo en su discurso público se acrecentarán disimulando su admiración por Syriza. O directamente, desmarcándose del descalabro que representa la izquierda radical griega. Pero las hemerotecas no mienten. El adelanto electoral en Grecia es una mala noticia para Podemos porque la evidencia demuestra que el populismo solo conduce a la frustración.