EL CORREO – 14/02/15
· El primer ministro griego muestra un perfil cauto ante sus colegas de la UE pero se crece ante los medios internacionales para calmar a los suyos.
Hace ya algunos días, en un encuentro privado con el grupo popular de la Eurocámara, JeanClaude Juncker, todo un presidente de la Comisión Europea, se disfrazó de Juncker y disparó: «No sabe de lo que habla. Es como un estudiante de Medicina de primer año que ya quiere operar a corazón abierto». El encuentro era discreto, así se hizo indicar, pero la definición era demasiado jugosa mediáticamente como para dejarla escapar por un partido, el PPE, que considera a Tsipras «un obstáculo» para Grecia. Twitter y un diputado ‘despistado’ hicieron el resto.
Alexis, el «estudiante», llegó el jueves a Bruselas para celebrar su primer gran congreso médico con los 27 principales expertos cirujanos de la UE. Merkel, Hollande, Renzi, Rajoy, Rutte, Stubb… También estuvo Juncker. Por cierto, uno de los más férreos defensores de tender puentes con la Atenas de Syriza porque el luxemburgués sabe muy bien que el enfermo griego tiene pie y medio en el otro mundo y está mediando para que el alumno pueda disponer de todos los medios técnicos a su alcance para superar su primera gran prueba de fuego en el quirófano. El resto, sin embargo, no está muy por la labor.
Grecia se ha convertido en una metáfora permanente. Así se pudo comprobar en la cumbre de jefes de Estado y de gobierno celebrada el jueves en Bruselas en la que Alexis Tsipras, para muchos una suerte de libertador de su país, llegaba con el aval de las urnas para asentarse en el centro de poder de la mismísima UE. 12 de febrero de 2015. Ya una efeméride comunitaria por lo que significa y, sobre todo, por lo que puede llegar a significar en los próximos años si el fenómeno Syriza se propaga en potencias como España.
¿Rajoy nervioso?
Fue la estrella de la cita. Llegó sonriente, precavido, algo titubeante. El escenario impone y la lógica no vaticinaba otra cosa. Nada que ver con el Tsipras de los mítines, de las proclamas, de las arengas históricas. Bruselas no es Sintagma, como no tardó en comprobar al llegar al Consejo Europeo y ver cómo sus colegas, casi sin excepción, le recordaban que hay que respetar las reglas y los compromisos contraídos, sobre todo cuando de lo que se habla es de dinero, de muchísimo dinero. «España ha sido enormemente solidario con los griegos. Le hemos prestado 26.000 millones y dinero no nos sobra», recalcó el presidente español, Mariano Rajoy, a modo de bienvenida. «Me queda poca paciencia», espetó su colega finlandés, Alex Stubb. Hasta el ‘colega’ Matteo Renzi cambió su gesto al abordar el asunto de la deuda.
Hubo dos Alexis Tsipras. El comedido, el que en privado pidió solidaridad y soluciones reales para paliar «el drama humano» de su país, y el mediático, el que durante 37 minutos y 34 segundos atendió a los principales medios de comunicación de todo el mundo. Bebió agua y disparó. Que si «la Troika ya no existe»; que si «no aceptaremos el chantaje de nadie», que si «olvídense de la prórroga del rescate actual, no será la base de nada» o el «he visto a Rajoy algo nervioso, no debería extrapolar sus problemas domésticos a Europa». ¿Se está más nervioso por deber 26.000 millones o por temer perderlos? Ayer, la vicepresidenta del Gobierno, Soraya Sáenz de Santamaría deslizó la misma media sonrisa de Tsipras para recordarle que si de algo peca Rajoy no es precisamente de perder los nervios.
Adiós a la Troika
Y tras el ruido, los hechos. La gran victoria que de momento puede esgrimir el primer ministro griego y que ayer fue confirmada de forma oficial por Alemania es que el término Troika ha pasado a la historia. Ahora, se llama «instituciones». Eso sí, la Comisión, del BCE y del FMI seguirán negociando con Grecia el término del rescate actual y la posible aprobación de un tercero. ¿Que no gusta la palabra rescate? Pues «programa puente», como quiere Syriza. El escenario podría resumirse así: «Para ti la victoria semántica. Pero de quitas de deuda, nada. Si quieres más dinero, reformas. Y los expertos de la Comisión, el FMI y el BCE no se mueven de donde están».
Tsipras está obligado a moverse con enorme agilidad política entre dos aguas. Entre el ala más radical de su coalición (como la trotskista leninista) y la frialdad de la diplomacia bruselense. Y de lo que en un principio se dijo a lo que está pasando han sucedido episodios de calado. Primero, Atenas ha renunciado a una quita. Segundo, la aceptación de sentarse a negociar con la ‘no-Troika’. Y tercero, la frase menos estridente de la conferencia de prensa de Tsipras pero sin duda la más elocuente: «No estamos de acuerdo con las reglas pero estamos obligados a cumplirlas».
Todas las miradas están puestas en el Eurogrupo del lunes, fecha clave para saber qué pasará con Grecia y si sus socios y el BCE deciden seguir prestándole dinero, hoy por hoy su única vía de financiación. «No será a cambio de nada», advierten fuentes comunitarias. «Son muy pesimistas», reconoció ayer su presidente. Jeroen Dijsselbloem admitió que el problema no es técnico sino «político», en alusión, por ejemplo, a los países rescatados que sí han cumplido tras mucho sufrimiento o a la posibilidad de lanzar señales de que aquí vale todo… De hecho, vuelven a surgir voces desde Berlín a favor de la salida del euro de Grecia, como publicó ayer ‘Der Spiegel’. No es fácil. Hay que operar a corazón abierto, a ver cuántos cirujanos deciden echar una mano al estudiante de primero de Medicina.
EL CORREO – 14/02/15