Miquel Giménez-Vozpópuli
- Pablo Iglesias no tiene detrás suyo una carrera política, Iglesias tiene un culebrón venezolano
Mi amol, o vuelves o me tiro desde lo más alto del bilding. Porque no estoy yo p’a echarme un camarón, jala mecate, así que no te eches las bolas al hombro. Seguramente no entenderán estas expresiones, pero son habituales en los culebrones venezolanos. No es de extrañar que el vicepresidente las conozca por su trato constante con el país de Maduro y, a qué negarlo, porque su vida política tiene más de culebrón que de otra cosa. Y no solo él, todo Podemos ha sido un entrar y salir de alcobas. Se contabilizan más de dieciocho liasons entre los miembros y miembras de su cúpula directiva. Digo esto porque todo indica que el no dado por Más Madrid al probo vice pandemias surgió de su ex compañera Tania Sánchez.
Aléjense los imprudentes de la mujer despechada, cuya venganza siempre suele ser tremebunda y aplastante. A Podemos hay que tomarlo como es, una versión del estalinismo pero realizada por mentalidades infantiles acostumbradas al capricho, la pataleta y hacer la revolución de siete a las diez de la noche, para luego quedar con los colegas a cenar y tomar copas. Son hijos de la socialdemocracia, que prefirió formar a débiles, acríticos y timoratos antes que a personas con carácter, criterio propio y músculo ideológico. El simplismo de esta generación, aunque no exento de la crueldad totalitaria del sistema que defienden, causa estupor y su capacidad para repetir las enormidades más increíbles, también. Han trasladado la ética del más sórdido botellón a la cima del estado.
Es ese mundo de culebrón venezolano donde todo es simple, porque quien ha de consumirlo posee un nivel intelectual primario, sin la menor sofisticación. Los comunistas de hoy carecen de finezza y todo en ellos es visceral. No sorprende que Tania se vengue de manera apocalíptica del Tirano Banderas escupiéndole a la cara: Tú eres lo más nada, mi amol. Como tampoco es de extrañar que Errejón le suelte antes de escupir en el suelo: Jala, Mecate. Todo se mide por los odios que solo pueden prosperar entre miembros de una misma familia. El esquema del culebrón es el mismo en Podemos: el novio que ama a la hermana de la novia, el amigo perverso que intenta seducir a la novia, la vieja señorona que tiraniza a la familia, el hijo secreto del que nadie se hace cargo, la herencia que todos disputan, la muchachita inocente objeto de la concupiscencia de unos y otros. Nada nuevo bajo el sol.
Entramado de relaciones
Imaginen si no dará de sí el entramado de relaciones y ex relaciones de esta gente. Repasemos: Pablo Iglesias, actualmente pareja de Irene Montero, es, según dicen en los mentideros de Madrid, ex de Dina Bousselham, Jéssica Albiach, Marisa Matías y la misma Tania Sánchez; Irene Montero, actual pareja de Iglesias y madre de sus hijos, tiene en su haber sentimental las relaciones con Sergio Pascual, Rafa Mayoral, ahora con Gara Santana, y Juanma del Olmo, actualmente con Isa Serra. Íñigo Errejón, que aunque no sea de Podemos lo fue en su día, tiene en su currículum relaciones con Clara Serra, hoy pareja de Daniel Iraberri, y Rita Maestre, ahora con Manuel Guedán.
Dispensen si la información pueda no ser del todo exacta, pero es tan proceloso el árbol genealógico del asunto que puede que alguna de estas historias ya haya caducado en el momento en el que usted está leyendo este artículo. De Ada Colau no puedo decir mucho, porque fiscalía ya se está ocupando de algunos asuntos que afectan a la alcaldesa de Barcelona y a ciertas subvenciones, enfrentándose a las acusaciones de prevaricación, fraude en la contratación, malversación de fondos públicos y tráfico de influencias en las que también se ven afectadas la exconcejal de Ciutat Vella, Gala Pin, la exconcejal Laia Ortiz, la asesora municipal de Vivienda Vanesa Valiño, la teniente de alcalde Laura Pérez y la directora del Observatorio DESC Irene Escorihuela.
No les hablo del PP, PSOE, Junts, C’s, VOX o Esquerra, porque estos se mueven al son de otras cosas que no son precisamente el culebrón venezolano. Eso sí, en materia de nepotismo, mezclar relaciones personal con la política, confundir lo público con un puerto franco dispuesto al saqueo, muchos coinciden en una cosa: son lo más nada, mi amol.