JUAN CARLOS GIRAUTA, ABC 07/01/14
· Poco importan ya vuestros planes torticeros porque estáis a punto de pasar a la insignificancia.
Los socialistas catalanes rechazan un bloque constitucionalista con Ciudadanos y PPC. Miquel Iceta, artífice en las postrimerías de 2003 del pacto con la Esquerra que dio paso al primer tripartito, arguye que ni los de Rivera ni los de Sánchez Camacho reconocen la existencia de «un problema de encaje entre Cataluña y España», y que eso los convierte «en parte del problema». Esta última expresión demuestra que Iceta ha leído recientemente algún libro de autoayuda, lo cual le podría venir al pelo. Pero el problema –no parte de él, sino el problema entero, Iceta– eres tú.
El problema es el PSC de Obiols a Nadal, donde Iceta mandó y dispuso hasta que Pere Navarro lo envió a pastar a la Fundación Rafael Campalans. El problema es que, en los años ochenta, al pobre Raimon Obiols le flaquearon las piernas cuando Pujol envió una turba a increparle a las puertas del Parlament como forma de distraer y politizar su implicación en el caso Banca Catalana. El PSC no se ha recuperado desde entonces: ni Obiols, que hiberna en una nube bruselense, ni ninguno de los que le sucedió.
Del arrugarse, del rilarse, se pasó al síndrome de Estocolmo, al complejo, a la fascinación, a la entrega –poséeme, Jordi–, a compartirlo todo. Con la irrupción de Pasqual Maragall en la política catalana se formaliza la conversión integral del PSC al nacionalismo, la renuncia a los propios principios, el arranque de una reforma estatutaria inconstitucional de graves consecuencias. Pasqual Maragall fue un desastroso presidente independentista cuyo interés básico era demostrarle a Jordi Pujol que él tenía más larga la vocación catalanista. Y la genealogía nacionalista. Fueron los estrategas tipo Iceta quienes realizaron la proeza de convertir a Carod en un hombrecito con poder institucional, para que pudiera visitar Perpignan, confeccionar listas negras de periodistas desafectos y regalarle TV3 al grupo más sectario (y venal) del separatismo mediático-farandulero.
Lo que no obsta para que esos mismos estrategas, con Iceta al frente, le clavaran un puñal en la espalda a Maragall y difundieran su enfermedad degenerativa para acabar no solo con él sino también con cualquier rescoldo de su influencia. El problema, Iceta, es que tu PSC puso el voto del trabajador catalán, español y castellano parlante del cinturón industrial de Barcelona en manos de zascandiles con ocurrencias, barajados con exterroristas de Terra Lliure. El problema es que os estáis cayendo por un precipicio, y os lo tenéis bien merecido por vuestra falta absoluta de valores, por haber preferido siempre el cálculo mezquino a lo correcto, por haceros caquita encima cada vez que debisteis invocar la Constitución y la unidad de España y parar los pies a vuestros socios. Tan bien los alimentasteis que van a ganar las próximas elecciones y van a declarar la independencia, con gran alegría de vuestro sector tontito.
«Rajoy no está a la altura de las circunstancias», nos comunicas ahora. «No es consciente de la responsabilidad del PP en este malestar catalán ni del problema que tenemos entre manos». Pero hombre, Miquel, ¿del malestar catalán es responsable el PP? ¿Hay un malestar catalán y tú, hechicero de la tribu, lo interpretas y propones las fórmulas mágicas? En fin, poco importan ya vuestros planes torticeros porque estáis a punto de pasar a la insignificancia, que es el lugar moral que merecéis. Pero déjame que te diga que para mí, y para muchos otros catalanes que conozco, el malestar lo habéis provocado siempre tú y tu círculo de impermeables a la verdad. Gozo vuestro final. Dilatado, sí, porque erais demasiado cobardes para luchar y demasiado acomodaticios para huir.
JUAN CARLOS GIRAUTA, ABC 07/01/14