José Alejandro Vara-Vozpópuli
- El sanchismo es la mafia. No puede con la UCO. Quizás la UCO pueda con él. Y con la familia corrupta
La palabra de la semana es ‘mafia’. Seguramente del mes. Ha circulado con desahogo por columnas y tertulias acompañada de pasajes diversos de El padrino y de Uno de los nuestros. Feijóo ha tenido el acierto de convertirla en lema, casi en estandarte. ‘Democracia o mafia’, reza la convocatoria del PP a la manifestación del 8 de junio contra el sanchismo. Los peronistas usaron el mismo eslogan para defender a su lideresa Cristina Kirchner, la mayor ladrona del subcontinente. Gritaban contra ‘la mafia judicial’, ‘el partido judicial’ y el lawfare. ¿Les suena?. Pocas cosas ha inventado la izquierda española. Todo lo han copiado del mayo del 68 y de los chorros de la pampa.
Juanma Moreno arrancó la campaña de las andaluzas que le llevó a la presidencia de la Junta con un posado ante el puticlub Don Angelo, de Sevilla, un aliviadero frecuentado por los corsarios del PSOE que saquearon durante más de treinta años la región. Núñez Feijóo bien podría fotografiarse frente a alguna franquicia de los restaurantes La Mafia para ilustrar su mensaje. “Esto es mafia, mafia pura”, dijo el lunes tras conocer el vídeo en el que la fontanera Leire Díez, algo más que peona (¿se dice peona?) de Santos Cerdán, ofrecía beneficios judiciales a un prófugo a cambio de información contra la UCO. Y dijo más. Al conocer el audio en el que Pérez Dolcet, empresario colaborador de la cloaca socialista, hablaba de que “esto es Pedro Sánchez, directamente con Cerdán, con Santos Cerdán, y directamente con Leire”, explotó con un tuit que decía: “Toda mafia tiene un capo”, ilustrado con la efigie de Pedro.
O sea, ‘il capono della mafia’, como cantaban hace cuarenta años los Hombres G en su insuperado hit Venezia. David Summers acertó de pleno. La camorra socialista se ha instalado en el puente de mando del país con la impudicia de quien considera la democracia una superstición, una farsa para consumo de perdedores.
Venían con el mono del pillaje, ‘con hambre atrasada’, como en el alba de Aute. Siete años fuera de la Moncloa, del BOE, de los despachos donde se firman contratos, concesiones, nombramientos, prebendas
Se pusieron a la faena nada más aterrizar en la Moncloa. El inconstitucional decreto de alarma durante la pandemia fue la señal de salida para el saqueo. Coimas con las mascarillas, rescate de aerolíneas quebradas, business impropios de una ‘segunda dama’, másteres truchos, pilinguis (diría Alegría) colocadas en las empresas del Estado… Venían con el mono del pillaje, ‘con hambre atrasada’, como en el alba de Aute. Siete años fuera de la Moncloa, del BOE, de los despachos donde se firman contratos, concesiones, nombramientos, prebendas. Se lanzaron como posesos sobre el botín, envueltos en el manto mágico de la impunidad. Toda España paralizada, encerrada, acollonada, mudita, hipnotizada por el miedo, enmudecida con el trapo en la boca, engullía cada mediodía las consignas de don Simón y su unánime cuarteto de uniformados. Los domingos, el aló presidente de un Sánchez que, ya por entonces, se pensaba una indestructible deidad.
Años de latrocinio sin freno, sin apenas contapoderes, oposición parlamentaria, barreras institucionales, con un por entonces desconocido Aldama que se manejaba con galones por los pasillos del poder, repartiendo sobornos, cerrando enjuagues, apalabrando trampas, junto a un impensable Koldo, un gorilón grosero y patán, virtuoso coprotagonista de este colosal montaje merced a su jefecito Ábalos, paradigma de la pulcritud, corolario de virtudes, verdugo de Rajoy cuando la moción de la corrupción. ¿Nadie lo olió? Al menos, nadie dijo nada.
Hasta que el 24 de abril, un ignoto juez de la plaza de Castilla procede a la imputación de Begoña Gómez por presuntos delitos de tráfico de influencias y corrupción privada, ampliados luego a los de apropiación indebida e intrusismo profesional.
Se trata de enlodar biografías (Leire mercadea hasta con supuestos vídeos sexuales) y trayectorias mediante la difamación, el desprestigio, el descrédito de estos altos funcionarios que se han interpuesto en el camino de Sánchez hacia la gloria
Sánchez se recluyó en sus cinco días del amor en los que, además de leerle a su esposa poemas de Neruda o quizás, también, de Lorca, que a ella le encantan, se centró en diseñar su estrategia de defensa que, dada la psicología del personaje, se ceñía a un plan para dinamitar al enemigo. Puso entonces en marcha la operación exterminio de jueces molestos y medios incómodos. Impulsa la matraca del lawfare, que había reclamado el golpismo catalán para su ley de amnistía. Se pone en marcha la cantinela del ‘bulo y el fango’ contra los ‘pseudomedios’. Y, aquí está la clave, se organiza la ‘gestapillo’ de Cerdán, con Leire Díez como estrella rutilante para pulverizar al jefe del area delincuencia económica de la UCO, el teniente coronel Balas, y algún juez o fiscal molesto, como Peinado, Biedma, Grinda… Se trata de enlodar biografías (Leire mercadea hasta con supuestos vídeos sexuales) y trayectorias mediante la difamación, el desprestigio, el descrédito de estos altos funcionarios que se han interpuesto en el camino de Sánchez hacia la gloria.
En esas estaban, en destruir el vértice de la UCO, que tiene a punto el demoledor -dicen- informe sobre Cerdán, cuando emergen, en El Confidencial, los audios de las alcantarillas, las conversaciones comprometedoras que retratan el aspecto caraqueño del régimen sanchista, llevado a cabo, eso sí, con escasa habilidad y cuestionable pericia. Una cosa es la corrupción sin imágenes (bulos, casquería, blablabla de la ultraderecha) y otra es contemplarla a lo bestia con luz y sonido. Ahí estalla todo. Es la primera bala en el corazón del sanchismo, la primera herida, quizás mortal, que recibe el cuerpo corrupto del socialismo nacional.
No han aprendido nada. Las cacatúas de Moncloa regurgitan frenéticamente sobre aquella foto marinera de Feijóo, los martillazos del disco duro de Génova o el procesamiento del novio de Ayuso
Les ha salido mal. Cuando se bucea en los bajos fondos es preciso contar con un sherpa experto, no una pandilla de ineptos aprendices o de loquitas catequizadas. Es lo que rodea al gran narciso, personillas de perruna lealtad y escasa de neuronas. Catatónicos y desesperados, espantados ante su espejo, los más lerdos de la banda, como el ministro Óscar López, intentan encalomar la condición de mafia a la derecha. Ese es su único recurso, su estéril argumento. No han aprendido nada. Las cacatúas de Moncloa regurgitan frenéticamente sobre aquella foto marinera de Feijóo, los martillazos del disco duro de Génova o el procesamiento del novio de Ayuso.
Corre desesperado Bolaños para sacar su reforma de la ley de enjuiciamiento que otorga el control de la UCO a los fiscales serviles. Llega tarde. A Marlaska, caído en desgracia por ser incapaz de mantener controlada a la unidad de élite de la Guardia Civil, le han metido de número dos a una talibana mallorquina, Aina Calvo, militante de fuste, que se empleó a fondo contra la oposición cuando era subdelegada del Gobierno en las Baleares.
¿Saldrá de esta? Claro. La gente le rehúye. Los suyos le temen. Los propios tiemblan. Sánchez es incombustible, tiene el apoyo de los liliputienses Frankenstein de bolsillos colmados y los números no dan para moción de censura. Incluso mantiene su treinta por ciento en los sondeos. El sanchismo ha destruido el valor de la decencia, la dignidad, la ética. El respeto a la Justicia, a la dignidad cívica. Valores que aparecen ahora sedados y hasta sepultados.
Mal no está lo de salir a las calles. Algo habrá que hacer mientras avanzan los procedimientos judiciales que tienen cercado al número uno, su partido y su familia. Resulta desaconsejable sumarse a los apóstoles del desánimo, a los cofrades del derrotismo. Ah, esa ingenua prédica del deber universal de ‘salvar a España’ mientras se ponen velas en el sarcófago del 98. O mientras la derechita necia se muestra incapaz de dar siquiera un paso al unísono.
Por volver a lo de la Mafia, no está de más el canturrear la tonadilla de Hombres G, en especial ese versito que dice: Stavamo per farci la numero mille / Quando arrivó la guardia civile.
Ah, ¡llegó la Guardia Civil!. O, como dice un experto observador, hay que estar atentos a los contactos de algunos operadores de la Moncloa con mandos del Ejército y de la policía. Por si se le ponen mal las cosas al jefe de la fontanera prodigiosa.
EL VARÓMETRO
-Universal ridículo de Albares con el catalán en Europa. «¿Qué pinta usted? ¿Qué peso tiene España?, le espetó el gordinflas Rufián, con escaso respeto al socio.
–MJ Montero (¿todavía es ministra de Hacienda?) ya ha sido investida oficialmente como la gafe del Betis tras el drama de Beslavia.
-Lo ves tan gordo a Morante y luego se mueve como Nureyev.
-«Algo hemos hecho mal para que ascienda la ultraderecha», dice un Innerarity, enorme intelectual orgánico. ¿Qué será?
-El sueldo de Broncano, el mayor secreto de Estado. Transparencia.