La policía de Marlaska derriba puertas o retiene a becarios sin mácula y no es capaz de echarle el guante al prófugo más famoso de Occidente
‘Tun, tun, ¿quién es?’, entonaba Ana Belén en el año de la muerte del caudillo. ‘Abre la muralla’, se respondía con letra de Nicolás Guillén, poetastro cubano con pulso estalinista. Pasó ya medio siglo y en Cuba no se ha abierto la muralla, ni parece que tal le importe demasiado a Ana Belén. Ah pero Milei!. Ese ‘tun, tun’ del cantito se extiende por el Caribe y acaba de reeditarse en la chavista Venezuela, hija adoptiva de Fidel, que tristemente eludió el patíbulo y murió en la cama.
Diosdado Cabello, el matarife famosamente infame de Nicolás Maduro, ha puesto en marcha la ‘Operación tun, tun‘, que consiste en perseguir, puerta por puerta, a los jóvenes que se desplegaron por los centros de votación en las elecciones del 28 de julio, animados por María Corina Machado, la heroína de este desafío. Casi cien mil muchachos que certificaron el triunfo, siete a tres, del candidato de la democracia, Edmundo González. Un ejército de improvisados escribas que expidieron el certificado del la derrota del monstruo.
Su ministro de Exteriores, el melifluo Albares, se muestra remiso a la hora de condenar el fraude electoral chavista, de reclamar la libertad de los presos (hay una cooperante española entre rejas) y de reconocer la victoria de Edmundo González
‘Tun, tun’, llaman ahora a sus casas, muchos aún en edad escolar, los arrancan de sus madres y los amontonan en anónimos calabozos. Más de tres mil detenciones en quince días. «Y vendrán otras tres mil, y más, muchas más», amenazaba el gorilón sanguinario embutido en un uniforme de utillería. Ya lo advirtió antes de las urnas: Si no ganamos las elecciones, vendrá un baño de sangre. En ello está. Más de en centenar de asesinatos constatados y cientos de jóvenes en paradero desconocido. Un improvisado ejército de desaparecidos engorda, día a día, la nómina de la bestia bolivariana.
A Pedro Sánchez tampoco le molesta demasiado Maduro. Más le sulfura, por lo que lleva dicho, que Israel se defienda de los terroristas de Irán/Hamás. Su ministro de Exteriores, el melifluo Albares, se muestra remiso al condenar el fraude electoral chavista, de reclamar la libertad de los presos (hay una cooperante española entre rejas) y de reconocer a Edmundo González como vencedor legal y legítimo en los comicios, al igual que han hecho los Estados Unidos y numerosos gobiernos de la región.
Es el PSOE el que lleva haciendo negocios en la zona desde hace años y es el que tiembla ante la perspectiva del hundimiento de la dictadura del Orinoco
No le conviene a Sánchez una brusca caída del chavismo. Demasiados affaires saldrían al aire. Negocios turbios, episodios delictivos o escandalosos apaños llevan la rúbrica y el sello de señeros nombres del socialismo español, desde Bono a Zapatero y alguno más que ya empieza a inquietarse. Los muchachos de Podemos que le lamían las botas al golpista Chávez, como Monedero, Iglesias, Bescansa y demás tropilla, no eran más que unos monaguillos en la periferia del poder de ese narcoestado. Es el PSOE el que que se lleva la palma de los negocios en la zona y es el que tiembla ante la perspectiva del hundimiento de la dictadura del Orinoco.
De ahí el silencio cómplice de Moncloa, el mutismo general del Gobierno, el apagón físico de Zapatero y el mirar hacia otro lado de Sánchez en una crisis que no controla y que confía en que se cierre sin grandes sobresaltos. Europa vive momentos de tránsito entre dos administraciones (nunca pintó nada en el subcontinente americano). En Washington andan pendientes del relevo presidencial entre el sonámbulo Biden y quien sea que venga. Brasil y Colombia juguetean a hacerle cosquillas al caimán y las democracias de la zona, como Argentina, Uruguay o Perú, poco pueden frente a China, Rusia e Irán, los férreos soportes de la dictadura atroz.
Para disfrazar de cierta legalidad impostada a su operación ‘tun, tun’, el sanguinario autobusero anuncia una ley contra el fascismo, según la cual toda disidencia será declara anticonstitucional, toda crítica será castigada y todo disidente será invitado a personarse en otro barrio. ‘Tun, tun’, a la fosa.
Sánchez, a un nivel más razonable cabe pensar, también ultima su ley contra el fango, que verá la luz en el Congreso a la vuelta del verano. Quizás incluya alguna variante del ‘tun, tun’ caraqueño, algo que los marlaskas (la cúpula de Interior tan dada a fabular delitos) ya tienen ensayado. Aquel patadón en la puerta (mediante ariete) para abortar una fiestecilla de universitarios cuando la pandemia. »Tun, tun’, aquí la tropa de Marlaska, disuélvanse. El TSJ de Madrid falló en su contra. O el acorralamiento de ancianos y púberes (incluso con detenciones) cuando las tranquilas quedadas en Ferraz.
La ‘Operación Lucero’ del tardofranquismo
Más sofisticada fue la detención de los becarios de Nacho Cano, los jóvenes mexicanos a los que la policía mantuvo retenidos y bajo interrogatorios durante más de doce horas, con amenazas de deportación y otras penalidades si no declaraban lo que se les urgía. Abusos sexuales, hostigamiento laboral, chantajes personales… Les siguieron como a delincuentes, cuando iban a la piscina a entrenar, en el bus cuando iban al teatro, por la noche cuando salían a correr. La vida de los otros con Ayuso como objetivo. Parece impensable pero ha ocurrido. Hace nada.
Recuerda todo esto a aquella ‘Operación Lucero‘ del tardofranquismo (por volver a esos tiempos idolatrados por la izquierda) cuando, ante el deterioro imparable de la salud de su excelencia, se trazó un plan que incluía la toma de las instituciones, los medios de comunicación y la detención masiva de destacados dirigentes de la oposición democrática, partidos, sindicatos, asociaciones estudiantes… Una parte de la tarea estaba encomendada a los comandos de Falange, Fuerza Nueva y Cristo Rey. La movida no se consumó porque, incluso en el régimen agónico, hubo gente sensata que consideró inadecuado recurrir a semejantes operaciones propias de tiemps pretéritos que se querían superar. Ahora, sin embargo, el sanchismo promueve, jalea y ejecuta la persecución de jueces, el asalto a instituciones como el Constitucional, Rtve, Fiscalía, Abogacía, Cuentas, Cis, medio Ibex y demás estamentos que se deberían independientes en una democracia.
‘Tun, tun’, cuidado, la próxima vez que llamen a su puerta sin cita o aviso previo pregunte antes ‘¿quién es?’ o tenga a mano el teléfono de su abogado. En vez de Ana Belén pueden ser los marlaskas. Sólo si ha vivido prófugo en Waterloo podrá sentirse a salvo.