ABC – 25/07/15
· La aviación ataca en Siria posiciones de los terroristas de EI.
· Bombardea también al PKK y lleva a cabo detenciones masivas.
· Cambio de estrategia Erdogan se resistía a atacar a los yihadistas para no beneficiar a Al Assad o a los independentistas kurdos.
El bombardeo aéreo de posiciones de los yihadistas de Estado Islámico (EI) en territorio sirio por cazas de la fuerza aérea turca y la redada masiva de extremistas en varias ciudades del país ilustran cómo Ankara ha entrado en guerra abierta contra el terror fundamentalista tras todos estos años en los que ha estado arrastrando los pies por temor a que el conflicto beneficie a los independentistas kurdos o al régimen de Damasco. Al menos 35 militantes murieron por los misiles lanzados desde la propia Turquía por tres cazas F16, que no llegaron a penetrar en el espacio aéreo sirio.
El ataque se produjo como respuesta a un intercambio de fuego un día antes entre yihadistas de EI que trataban de cruzar ilegalmente la frontera y los militares turcos que les interceptaron. Como consecuencia, un soldado murió y otros dos resultaron gravemente heridos.
A última hora de ayer, cazas F-16 turcos, con base en Diyarbarik, volvieron a penetrar en el espacio aéreo sirio para lanzar nuevos ataques contra objetivos de Estado Islámico, según confirmaron anoche las cadenas NTV y CNN Turk. Horas antes, sus aviones aprovecharon también para bombardear posiciones del Partido de los Trabajadores del Kurdistán (PKK), formación con el que el Gobierno del presidente turco Recep Tayyip Erdogan mantiene una dura confrontación desde hace años.
«Este conflicto se ha acelerado de forma vertiginosa. Los acontecimientos en el norte de Siria y en nuestro país exigían acciones de distinto tipo a las seguidas hasta ahora», declaró ayer Erdogan, quien aseguró que los bombardeos aéreos eran «un primer paso». «Esta no es una operación que se limite solo a una noche, sino que seguirá de forma decidida», indicó.
Kurdos e izquierdistas
Poco después de la operación aérea, miles de agentes de la Policía antiterrorista lanzaron una redada simultánea y masiva en trece provincias, arrestando a al menos 290 presuntos miembros de Estado Islámico, de la guerrilla kurda del PKK y de la organización de ultraizquierda DHKP-C. Una militante de este último grupo, que se resistió al arresto en su casa de Bagcilar, en Estambul, fue abatida a tiros por los agentes.
Entre los detenidos se encuentra Halis Bayancuk, más conocido como «Abu Hanzala», considerado un colaborador importante de Estado Islámico en Turquía. Bayancuk, conocido por los servicios antiterroristas por haber cooperado con Al Qaida, desplazó sus lealtades hacia EI tras la fuerza adquirida por este grupo. Recientemente lideró una ceremonia religiosa ante un millar de simpatizantes de EI en las afueras de Estambul con motivo del final del mes sagrado de Ramadán.
Ambas acciones –las redadas y los bombardeos aéreos– suponen un gran cambio por parte del gobierno de Erdogan, que durante los últimos dos años ha tratado de evitar un enfrentamiento directo con esta organización yihadista, a la que percibía como un mal menor en la lucha contra el régimen del presidente sirio Bashar al Assad.
Crisis como la toma de rehenes en el consulado turco de Mosul, en junio del año pasado, se resolvieron a través de negociaciones, y durante todo este tiempo los nacionalistas kurdos han estado acusando al Ejecutivo de Erdogan de apoyar a los yihadistas. Aunque no hay pruebas concretas de respaldo directo a EI, la política de tolerancia practicada por las autoridades turcas hacia estos militantes ha sido notoria. Hasta que las circunstancias les han obligado a abrir los ojos.
A principios de mes, los servicios de inteligencia turcos alertaron de la entrada en Turquía de varios militantes que podían intentar cometer atentados suicidas. Como consecuencia, la policía desmanteló varias redes logísticas del Estado Islámico en territorio turco, deteniendo a decenas de simpatizantes y reclutadores. Sin embargo, no pudieron impedir que uno de ellos se inmolase el pasado lunes en la ciudad de Suruç, en la frontera turcosiria, matando a otras 31 personas.
Escalada de violencia
Así, las redadas de ayer pretenden evitar una previsible escalada de la violencia, que ya se venía gestando. El miércoles, el PKK asesinó a dos policías turcos en sus casas, acusándoles de «cooperar con el Estado Islámico» y «en respuesta al atentado de Suruç». Al día siguiente, militantes del YDGH (la rama urbana del PKK) asesinaron a un presunto miembro del EI y anunciaron una «campaña de castigo y ejecución» contra los simpatizantes del grupo. Esa misma jornada, dos encapuchados emboscaron y tirotearon a dos agentes de tráfico en Diyarbakir, matando a uno de ellos e hiriendo de gravedad al otro.
La hostilidad entre kurdos y yihadistas viene de antiguo: en los años 80 y 90, escuadrones de la muerte islamistas fueron empleados por las fuerzas de seguridad turca para asesinar a numerosos miembros de la red de apoyo al PKK, a quienes aquellos consideraba «ateos» y «apóstatas» por la ideología marxista de la guerrilla. Además, las milicias kurdas YPG, que se enfrentan con fiereza a los yihadistas en el norte de Siria, están estrechamente vinculadas con el PKK.
ABC – 25/07/15