Miquel Escudero-El Correo
«Ycon los dineros de los catalanes los andaluces subvencionan el gimnasio y que puedan tener un perro de compañía» fueron palabras textuales del secretario general de Junts en una entrevista en televisión. Ni él siguió por ese camino, ni la periodista le objetó lo dicho. Quedaron aisladas, pero merecen reproche. Aunque el antiguo portavoz del Govern de Puigdemont se beneficiase de la amnistía que Sánchez ofreció a Junts para recibir siete votos en su investidura, fue condenado por malversar fondos públicos (de todos los catalanes, y los españoles en general). Lo mínimo que podría hacer es callarse y no ir por ahí.
Enemigos empedernidos del concepto de ciudadanos libres e iguales, los nacionalistas detestan lo que denominan ‘café para todos’ y se refugian en que ‘Catalonia is different’ (un equivalente al irritante ‘Spain is different’ de Fraga). Turull habla al modo de Pujol, con el tic de repetir la palabra ‘etcétera’ para no concretar (viene del latín, significa ‘y lo demás’) y dar por ‘sabido por todos’ lo que son mentiras morrocotudas, como el ‘expolio fiscal’ a Cataluña.
Turull no sabe ofrecer otra cosa que ‘actuar’ de nacionalista, por esto no aporta razones claras y escoge ser faltón con tópicos de perdonavidas; esta vez, hacia los andaluces. Podía, por ejemplo, criticar como populistas las deducciones en el IRPF anunciadas hace poco por la Junta de Andalucía: un máximo de cien euros en el gasto veterinario del primer año, extensible en el caso de perros de asistencia; y otro máximo de cien euros por la cuota de gimnasio.
¿Y no podría plantearse para toda España deducciones en la atención odontológica, pongamos por caso?