EL CORREO, 15/7/11
La exconcejal de Portugalete Esther Cabezudo revive su intento de asesinato por el exjefe militar de ETA
Si en su primer juicio en la Audiencia Nacional desafió al tribunal y tildó la vista oral de «espectáculo», ‘Txeroki’ fue más allá en su segunda comparecencia y al final de la sesión levantó el brazo y mirando a sus familiares y amigos gritó «¡Jo ta ke!» («¡darle duro!») antes de abandonar la sala. Garikoitz Aspiazu Rubina cerró así su derecho a la última palabra en el juicio por el intento de asesinato de la exconcejal socialista de Portugalete Esther Cabezudo, acaecido en 2002 con una bomba trampa, y que causó heridas a una veintena de personas.
‘Txeroki’ no había hablado en toda la vista y sólo lanzó esta suerte de grito de guerra, que utilizan mucho etarras enjuiciados a su paso por la Audiencia, cuando se disponía a abandonar la sala.
Entonces, también dedicó en euskera «abrazos y cálidos saludos a todos los que han venido desde Euskal Herria». En el resto del juicio, sin embargo, apenas llamó la atención y esta vez no fue enviado a la habitación acristalada, como ocurrió el pasado 22 de junio, cuando se sentó en el banquillo por el envío de una carta bomba, caso en el que fue absuelto.
En este causa, la Fiscalía mantuvo su petición de 377 años de cárcel para el exjefe militar de ETA por el intento de asesinato de Esther Cabezudo, unos hechos por los que ya fueron condenados sus dos compañeros del comando ‘K-Olaia’, Asier Arzalluz e Idoia Mendizábal, en marzo pasado.
El Ministerio Público defendió que ha quedado «claramente» probada la autoría de ‘Txeroki’, tantos por las confesiones policiales como por la presencia de sus huellas en el piso donde prepararon la bomba. Asimismo, concluyó que su misión no fue otra que la de «asegurar la ejecución» del atentado. Una finalidad que no se concretó porque ese día la concejal de Portugalete caminaba por la acera de enfrente a donde estalló el carrito-bomba.
Esther Cabezudo volvió a revivir aquella pesadilla del 28 de febrero de 2002, una explosión que le causó heridas graves a ella y a su escolta, y que ha cambiado «totalmente» su vida. «Antes era un persona libre, pero ahora siento mucho miedo de salir sola a la calle y no lo hago sin llamar antes a los dos escoltas», afirmó al tribunal.
Por su parte, el escolta herido, Iñaki Torres, rememoró que una fuerte explosión le hizo volar por los aires «un montón de metros» y sintió cómo le iban «entrando en el cuerpo objetos ardiendo».
Pese a ello, Torres se levantó y se abalanzó sobre Cabezudo para cubrirla ya que pensaba que la «iban a rematar».
EL CORREO, 15/7/11