ISABEL SAN SEBASTIÁN-ABC

  • Si Feijóo supera los 160 escaños, las bases del PSOE podrían forzar un congreso del que salga otro rumbo

Las elecciones del próximo domingo constituyen la última oportunidad para nuestra nación y también para el presidente tóxico que ha jugado sin recato con ella a fin de tocar poder. La alternativa es clara: Sánchez o España. Existen otras derivadas menores, aunque todas confluyen en esta. De la contundencia que mostremos en las urnas al inclinarnos por una u otra opción dependerá el futuro del actual secretario general del PSOE, así como el de nuestro proyecto común compartido, nuestra patria, nuestro refugio democrático.

Aunque las encuestas dignas de ese nombre descartan unánimemente una victoria del bloque Frankenstein (la de Tezanos es propaganda), no conviene pasar por alto la posibilidad de una minoría de bloqueo. Y si tal cosa ocurre, si la victoria del PP y el auxilio de su aliado natural, Vox, no bastan para formar un gobierno sólido, el horizonte al que nos asomemos será en verdad tenebroso. Porque tras cinco años de frentismo y experimentos sociológicos, de cesiones ante el separatismo sedicioso y el salpicado de sangre inocente, de miradas nostálgicas al pasado guerracivilista, de okupación (con k) de las instituciones y asalto a los principales bastiones constitucionales, de exacciones fiscales que esquilman a la clase media trabajadora, ataques a los medios de comunicación críticos, insultos a los empresarios y multiplicación de pesebres destinados a los correligionarios, España necesita una sacudida capaz de eliminar esa simiente venenosa. Una verdadera revolución. Un seísmo electoral que ponga el contador a cero y reinicie la marcha de esta nación milenaria a la que la izquierda pretende robar incluso su auténtica memoria histórica.

El peligro de una mayoría insuficiente está ahí, si hay quien cede a la confianza o la pereza y olvida acudir a votar. No es menos cierto, empero, que los sondeos dibujan también un escenario completamente distinto, en el que el candidato socialista sufre tal debacle que se ve abocado a dejar la secretaría general de los socialistas y abrir la puerta a la renovación dentro del partido que Zapatero y él han retorcido hasta hacerlo irreconocible. Una derrota traducida en distancia respecto de Núñez Feijóo, quien podría superar los 160 escaños y rubricar con ellos el final de Pedro Sánchez en la política española. Un veredicto tan contundente como para levantar a las bases del PSOE y forzar un congreso del que salgan otro líder y otro rumbo. Una pesadilla para las fuerzas independentistas vascas y catalanas que, por vez primera en democracia, albergaron bajo el mandato sanchista la esperanza de alcanzar su meta quebrando nuestra unidad. Los comicios municipales y autonómicos supusieron un primer revés para las aspiraciones de unos y otro, los separatistas y su socio en la Moncloa, al detener en seco su avance en las comunidades limítrofes donde ya extendían sus tentáculos. El día 23 de julio se juega la partida decisiva. O ellos, o nosotros.