No existe ya crédito que dar a una declaración etarra de treguas permanentes después de la última frustración provocada por los terroristas. Existe un amplio consenso en la sociedad vasca sobre ese punto, un consenso que reclama un abandono de las armas por parte de ETA unilateral y sin condiciones previas. El esquema de tregua-inicio de negociaciones ha prescrito y no va a resucitar.
Cuatro premios Nobel, entre otras personalidades, la mayoría de ellas irlandesas y sudafricanas, han suscrito una declaración conjunta en la que hablan de poner fin «al último conflicto en Europa». Se referían al problema vasco, aunque lo de último conflicto haya quedado en entredicho por los casi cuarenta muertos del atentado en el metro de Moscú el mismo día que daban a conocer la declaración. El manifiesto suscrito por una veintena de personalidades es el resultado del trabajo que está realizando el sudafricano Brian Currin, empeñado en ganarse un papel de mediador que el Gobierno español no le reconoce.
Currin lleva años en contacto con la izquierda abertzale, a la que respalda en el ámbito internacional. El sudafricano se ha convertido en un entusiasta defensor de los resultados del debate interno de Batasuna y ha logrado trasladar ese entusiasmo al manifiesto firmado, entre otros por el arzobispo Desmond Tutu, el ex presidente sudafricano Frederik Willem de Klerk, John Hume y Betty Williams, todos ellos Nobel de la Paz.
La declaración hace un llamamiento a ETA para que declare «un alto el fuego permanente y completamente verificable» y considera que ese gesto será el primer paso hacia la paz duradera. Olvidan los firmantes que ese camino ya está recorrido y que es un camino sin salida. En marzo del 2006, ETA anunció un alto el fuego permanente iniciando un proceso que todo el mundo sabe cómo terminó: con la vuelta al terrorismo. Fue el Gobierno, en las conversaciones previas, el que había insistido en que la tregua etarra llevara el apellido de permanente porque el IRA también había utilizado ese término. La tregua de 1998 había sido «total e indefinida», pero los resultados en un caso y otro fueron los mismos.
No existe ya crédito que dar a una declaración etarra de treguas permanentes después de la última frustración provocada por los terroristas. Existe un amplio consenso en la sociedad vasca sobre ese punto, un consenso que reclama un abandono de las armas por parte de ETA unilateral y sin condiciones previas. El esquema de tregua-inicio de negociaciones ha prescrito y no va a resucitar aunque lo defiendan personalidades con mejor intención que información del problema vasco.
El planteamiento del manifiesto internacional supone un retroceso sobre ese consenso que hoy existe en el País Vasco, pero en todo caso los firmantes a quien se dirigen en primer lugar es a ETA. Es la banda la interpelada para declarar esa tregua y la que debe dar respuesta. Estamos en vísperas del Aberri Eguna, que se celebra el próximo domingo, y en estas fechas suele ser habitual la aparición de declaraciones de ETA. En esa ocasión a la banda se le acumula el trabajo, pues, además de responder al manifiesto de los premios Nobel, debe dar explicaciones por el asesinato de un policía en las cercanías de París.
Florencio Domínguez, LA VANGUARDIA, 31/3/2010