Mucho cuidado al avanzar fechas sobre el final de ETA: hasta ahora mantiene su voluntad de continuar. El hecho de que no se estén cometiendo atentados no elimina la amenaza. Lo que procede es seguir con la política de acoso; también a su entorno, que no se ha desmarcado de la banda y pretende condicionar su final a una negociación con contrapartidas políticas.
Ni la gravedad sin precedentes de la crisis económica, ni las deficiencias del sistema educativo han servido para que el Gobierno y el principal partido de la oposición hayan alcanzado un pacto de Estado. Las diferencias entre socialistas y populares se extienden a todos los ámbitos de la vida política con una excepción hasta el momento: la política antiterrorista.
La lucha contra ETA es el último consenso que se mantiene entre el Gobierno y el PP después de que hace tres años se recuperara el entendimiento. Ese entendimiento, sin embargo, está sometido a fuertes tensiones en los últimos tiempos. Algunas decisiones judiciales sobre detenidos, informaciones de prensa, los traslados de algunos presos… cualquier cosa parece servir para que aparezcan los malentendidos, se produzca la polémica y después vuelvan las aguas a su cauce hasta la próxima discusión.
Resulta una paradoja que estas fricciones aparezcan en el momento en el que la actividad terrorista es más baja ya que en España se han superado los nueve meses sin que se registre un solo atentado de ETA. Los canales de comunicación entre el Ministerio del Interior y el PP han permitido ir apagando los incendios ocasionales que aparecían y en el futuro va a seguir siendo imprescindible el intercambio de información y de opiniones para que no se rompa el último consenso que aún se respeta.
La cuestión que cabe plantear es si esos canales son suficientes o es preciso que socialistas y populares comiencen a hablar y a establecer nuevos acuerdos sobre las políticas que convendría aplicar cuando se perciba el final del terrorismo etarra. No se trata de cambiar la política que se aplica en la actualidad porque ha demostrado su eficacia y porque ETA sigue en activo aunque no se esté traduciendo en atentados en estos momentos. Se trataría de ir compartiendo ideas por si a medio plazo la hipótesis del final de la banda deja de ser una mera hipótesis.
Algunos dirigentes socialistas vascos están hablando ya de ese final e, incluso, se han atrevido a afirmar que será dentro de esta legislatura.
Cualquier fecha que se avance sobre el final de ETA hay que tomarla con mucha cautela por la sencilla razón de que hasta este momento la banda terrorista mantiene su voluntad de continuar con la violencia. El hecho de que no se estén cometiendo atentados no significa que no exista la amenaza de que en cualquier momento puedan volver a registrarse ataques de ETA.
Por ello, mientras no cambien de manera radical las circunstancias, lo que procede es seguir con la política de acoso al terrorismo y a su entorno, un entorno que hasta ahora no se ha desmarcado de la banda, no ha condenado el terrorismo y pretende condicionar el fin de ETA a una negociación con contrapartidas políticas.
Florencio Domínguez, LA VANGUARDIA, 19/5/2010