El Correo-ANÁLISIS KEPA AULESTIA

Si las Cuentas de Sánchez e Iglesias salen adelante, su firma se convertirá en un acontecimiento histórico. En caso contrario se recrudecerá la pugna entre PSOE y Podemos

El acuerdo alcanzado entre el presidente Sánchez y Pablo Iglesias para los Presupuestos de 2019 representaría, en otras circunstancias, la confluencia histórica entre la socialdemocracia española y lo que hasta ayer mismo ésta calificaba de populismo de izquierdas. Pero lo ocurrido tras las elecciones de 2015 y en 2016 nos advirtió de que para el partido de Iglesias y para los socialistas las alianzas de gobernabilidad eran prescindibles cuando primaba la pugna por una posición dominante en el seno de la izquierda. Además, la volatilidad del momento invita al escepticismo. Podemos nació con el afán de superar la divisoria tradicional entre izquierda y derecha, pero pronto comprendió que ‘la gente’ a la que apelaba en sus mensajes era la misma a la que se dirigía la socialdemocracia. No sólo eso; renunció a ‘asaltar el cielo’ y admitió – con el voto a favor de la moción de censura contra Rajoy– que no podía disputar el primer puesto en el ranking alternativo a la derecha, al que se aferra el PSOE. En otras circunstancias, la firma de Iglesias al pie del documento elaborado con el Gobierno tendría mucho de irreversible, pero hoy no se sabe.

Podemos se vanagloria de haber forzado a los socialistas a asumir planteamientos al límite de la consolidación fiscal, con tal de mejorar sustancialmente las condiciones materiales de los sectores sociales más necesitados. Pero aun así Pablo Iglesias y su partido se avinieron el jueves a aproximarse a los parámetros de estabilidad financiera en los que se mueve la UE. Es más, al acordar con el Gobierno socialista unos Presupuestos sujetos a su revisión por parte de Bruselas y a negociar posteriormente con ERC, el PNV y el PDeCAT para que sean efectivas, Podemos se ha adentrado en un terreno del que no podría salir sin más, siempre que el resultado final garantizase la aprobación de las Cuentas para 2019 y la continuidad del mandato de Sánchez con unas propias. Es probable que la Comisión y los demás grupos que se involucraron en la moción de censura contra Rajoy exijan cambiar aspectos del documento ultimado entre el jueves y el viernes. Pero por mucho que las modificaciones reclamadas incomoden a Podemos, sería difícil de entender que Iglesias volviera a echar por tierra la alianza con el PSOE.

Claro que el ‘nuevo PSOE’ de Sánchez está experimentando sensaciones contradictorias. Teme los efectos de una llegada casi fortuita a La Moncloa, mientras se atreve a reclamar su superioridad moral porque trata de solucionar los problemas del país sin enzarzarse en refriegas. La volatilidad política está dejando de lado el principio de coherencia. Susana Díaz disolvió el lunes el Parlamento andaluz porque no podía asegurar la tramitación de los Presupuestos para el próximo ejercicio, mientras son continuos los globos sonda que tratan de presentar como normal la eventualidad de que Sánchez se mantenga en el Gobierno prorrogando las Cuentas de Rajoy. Lo mismo ocurre con la apuesta socialista por acordar el futuro inmediato con Podemos. Se trata de un compromiso tan a corto plazo que podría quedarse en nada.

Cabe preguntarse qué es más fiable, el compromiso de Sánchez o el de Iglesias, no ya con los Presupuestos de 2019, sino con la confluencia de intereses políticos que implica la firma del jueves. Y lo que surgen son enormes dudas respecto a la farsa que comporta la escena, y en qué proporción la comparten sus dos protagonistas. En otros términos, cabe preguntarse quién de los dos necesita más de un pacto que sus firmantes evitan presentar como algo trascendente.

Pablo Iglesias se ha empeñado en subrayar todo lo que Podemos ha puesto en la letra del adelanto presupuestario, hasta el punto de que las Cuentas para 2019 parecerían una creación política de la formación emergente. Mientras, Pedro Sánchez fue el jueves el anfitrión de un acto que, en su caso, contribuyó a dar verosimilitud a su permanencia en el poder. Si las Cuentas de Sánchez e Iglesias salen adelante, su firma se convertirá en un acontecimiento histórico para el PSOE y para Podemos. En caso contrario, la formación de Pablo Iglesias volverá a distanciarse de los socialistas, mientras Pedro Sánchez intenta acertar con la fecha más propicia para convocar nuevas elecciones.